Cuando invitaron a Michael Jordan a asistir a una ofrenda floral en la tumba de Martin Luther King, el mejor jugador de baloncesto de la historia se giró en dirección a su compañero Craig Hodges (Illinois, 1960): “Craig, ¿por qué no vas tú? Esas son tus cosas, no las mías“. Esa frase resume las carreras de los dos ex campeones con los Chicago Bulls. El hombre comprometido con sus títulos y el hombre convencido de su lucha por las causas sociales. En Tiro de larga distancia (Ed. Capitán Swing), Hodges explica las razones de su llegada a la NBA, sus dos anillos con Chicago siendo uno de los mejores triplistas de la liga y el momento en el que fue apartado silenciosamente después de pelear por los derechos de los ciudadanos de raza negra, haciendo las preguntas y planteando los problemas que nadie en ese momento quería hacer.
“Nadie en los Bulls me explicó por qué mis minutos bajaron y por qué no quisieron renovarme después de dos anillos”, explica a EL MUNDO. “Fui el representante sindical de mi equipo durante 10 años, sabía muy bien los problemas que se estaban abordando y en más de una ocasión la respuesta era: ‘Somos apolíticos‘”, dice.A finales de los 90, cuando a un jugador se le preguntaba por qué no hablaban públicamente de esos problemas sociales, respondían “no quieres ser Craig Hodges”.Bueno, todos tenían sus propias opiniones y decisiones. Y asegurar su futuro puede afectar a la conciencia de las personas en diferentes momentos. El dinero no es la única razón detrás de esas respuestas.En su libro habla también de los movimientos económicos que hay en el baloncesto de instituto y en la universidad. ¿Cómo de diferentes son respecto a la NBA?Esas categorías actúan de forma independiente del resto e intentar conseguir el máximo beneficio posible. La NCAA tiene una larga historia de corrupción, no como los otros. Antes de ser profesionales, los deportistas no pueden ganar dinero por practicar ese deporte, así que las organizaciones les explotan lo máximo posible.
Este año, el libro de Hodges se ha encontrado de frente con el fenómeno de The Last Dance, el documental sobre los Bulls de Jordan en los que sus compañeros de aquella época resumen sus experiencias. Salen todos los importantes… Menos él. ¿Por qué? “Lo he visto. Es que cualquier cosa que hubiera dicho se habría quedado en la sala de edición”, bromea. Y lanza un pequeño dardo a los productores: “El momento del estreno, con todo el mundo encerrado en su casa… Lo pillo. La gente está encerrada, así que bueno, ganemos algo de dinero explotando a estos deportistas nuevamente”.
Hodges afronta en el libro sus luchas por la defensa de los derechos civiles y la poca respuesta que obtenía de sus compañeros, especialmente de Jordan, del que dice “me va a echar de la liga” cuando, como portavoz de los jugadores, vota a favor de la creación de un plan de pensiones, circunstancia que afectaba a los salarios. “Michael era un buen compañero y un tipo extremadamente competitivo. El mayor talento con el que he jugado. Pero yo no puedo decidir cómo gasta el tiempo cada uno, sólo puedo explicar cómo respondí yo desde mi posición. Siempre mencioné que los problemas de mi gente eran mis problemas, pero detrás de mí el apoyo no fluía tan libremente”.
Aquella votación del plan de pensiones fue el inicio de su fin. Su insistencia a las grandes estrellas en incidir en los problemas de la gente de raza negra, sus ideas de donar parte del salario a la lucha contra la desigualdad racial o sus reivindicaciones públicas, como la carta que entregó a Bush padre durante la visita de los Bulls a la Casa Blanca firmaron su sentencia en la NBA. “¿Si me arrepiento? Pensaba que llevando esos problemas a la persona más influyente del mundo en 1991 podría conseguir algo. Menos de un año después, ningún equipo me ofreció un contrato”.Después de su retirada, tuvo la oportunidad de trabajar como asistente de Phil Jackson junto a Kareem Abdul-Jabbar, otro ex deportista que nunca se ha alejado de los problemas sociales.Kareem es un hombre muy inteligente. Merece la pena. No sólo como jugador, también como persona. Antes, los movimientos sociales fuera del deporte estaban más organizados con líderes que alentaban. Hoy el mundo es tan grande que hay una gran desconexión con nuestros líderes y movimientos.Usted también cuenta en el libro las conversaciones que tenía con Kobe Bryant sobre esos problemas sociales. Antes de su muerte, él estaba muy involucrado, especialmente en la WNBA.Kobe fue un gran modelo a seguir para su familia, la NBA y cualquiera que quisiera convertir el trabajo duro en un resultado positivo. Durante su tiempo en la liga, tuvo que lidiar con paros laborales, temporadas acortadas y cierres patronales, así que no creo que lo haya tenido fácil, pero sí creo que gran parte del trabajo social al que estaba conectado Kobe no tenía nada que ver con la NBA. Hizo cosas a través de su fundación y por su cuenta, que es otra razón por la que su legado es tan fuerte como es.En los últimos años, ¿ha podido hablar con Michael, Magic o Barkley? Jugadores que usted destaca en su libro que eran reacios a discutir esos temas.Con ninguno de los que mencionas, pero sigo en contacto con muchos de mis antiguos compañeros y colegas. Desde que el clamor nacional por el cambio ha vuelto, algunos compañeros se han acercado. Ha sido revelador ver cómo ven la situación, cómo me vieron a mí en su momento y mi enfoque sobre el cambio social.
Treinta años más tarde, los jugadores de la NBA han detenido dos días los playoffs para reclamar justicia racial y en la pista de las Finales está escrito bien grande Black Lives Matter: “No estoy de acuerdo en que la NBA esté liderando nada, más allá de hashtags y camisetas. Llevé los mismos problemas en 1988 y me miraban mal. Ahora es fácil reclamar, por muy poderosa y racista que una organización pueda ser. El BLM ha alcanzado nuevos niveles de interés mediático y la gente puede dar su opinión”.¿Qué le parecieron las protestas durante los Playoffs?Dos días de parones es un buen comienzo. La unión de jugadores a la que pertenece llegó con protestas en 1964, así que espero que esos jóvenes sepan de lo que forman parte. La NBA y nuestro país han nacido de protestas y entender lo poderosas que pueden ser es importante.Su caso recuerda al de Colin Kaepernick, quarterback de la NFL que no ha recibido ni una llamada después de hincar la rodilla durante el himno para protestar por los abusos policiales.No he podido hablar con Colin, pero me alegra ver que ha logrado que la NFL y Nike le paguen aunque no esté en un equipo. Mi caso no tuvo la repercusión del de Colin, y a veces deseo que hubiera existido Twitter y Facebook en 1991. Me hubiera gustado saber qué opinaba la ciudadanía sobre que yo hablara de los abusos que veía.Le entregó una carta a Bush padre durante la visita de los Bulls a la Casa Blanca. ¿Le entregaría una a Trump?Los trágicos números de asesinatos y violencia que yo describía en 1991 son un espejo de lo que pasa hoy. Bush padre no será recordado como el más amistoso, pero Trump ha predicado mucho más odio que la mayoría de presidentes anteriores. Darle una carta no me inspira mucha confianza, pero no dejaría de intentar que conociera los problemas si tuviera la oportunidad.Mahmoud Abdul-Raul también ‘abandonó’ la NBA un par de años después de sus protestas durante el himno en 1996.Es un hermano que debería ser recordado como uno de los mejores anotadores de la historia. Tenía un don para hacer cosas en una cancha de baloncesto como nadie las había hecho, pero se dio cuenta que no se quedaría callado mientras le ponían al lado de un himno con el que no estaba de acuerdo. La gente como él, que estudia lo que él ha aprendido, está siendo asesinada por la única razón de ser de raza negra. Ser negro no debería convertirte en un objetivo, pero desde que ambos abandonamos la liga innumerables jóvenes de raza negra son asesinados a tiros o encarcelados. Mahmoud debería ser aplaudido por la postura que tomó y los jóvenes deberían buscar su consejo.
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