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Corazón loco

Por El Mundo  ·  17.04.2015

Con la descriptible llamarada europea de Podemos, se desencadenó una ventolera que contribuía al mismo incendio que anunciaba: hordas de coletudos marxistas, bolivarianos y revolucionarios iban a asaltar el palacio de invierno de nuestras libertades, iban a teñir el cielo y las aguas de rojo y nos iban a conducir a húmedas mazmorras.

Cuando las turbas ocuparon la Puerta del Sol y rodearon después a los leones del Congreso, políticos y comentaristas de variopinto plumaje proclamaron que la democracia no se hace ni a gritos ni en las calles -lo cual no es del todo exacto, como se ha demostrado mil veces-, sino siguiendo los cauces reglamentarios: un partido, un programa y pedir el voto.

De aquel 15-M, que tenía varias patas, la pata de Podemos dio un paso al frente y se presentó, con los requisitos cumplimentados, a las elecciones europeas. Su razonable éxito alarmó, en primer lugar, a quienes les pedían que hicieran lo que hicieron: cambiar la tienda de campaña por el escaño. Y entonces, como digo, se empezó a decir que arderían los palacios, pero ahora resulta que, al contrario, PabloIglesias le ha dado la mano al Rey, le ha sonreído y le ha regalado unas peliculillas. En vez de saltarse las reglas de la democracia -como vaticinaban los apocalípticos- se ha saltado, simplemente, el protocolo, como gusta hacer simpáticamente a los integrados, empezando por los Reyes, que, cuando se saltan el protocolo para besar a una nena, encandilan a las masas.

En 2007, cuando faltaban siete años para que Podemos naciera, se publicó en Italia un libro titulado La Casta: de cómo los políticos italianos se volvieron intocables. Ahora, con los italianos caídos del título -para que quede más local y universal-, Capitán Swing publica el libro en España con instructivos prólogos de Enric Juliana y, por supuesto, Íñigo Errejón.

Como Podemos y el concepto de la casta han hecho su pupa -más pupa ha hecho la Casta propiamente dicha-, se viene observando un giro estratégico en los reproches a los llamados podemitas: sin descuidar del todo la eficaz atribución de un pasado chavista, ahora se les imputa haberse afeitado los cuernos para entrar en los salones, sentarse en los sofás y formar parte de la Casta con sueldete y tal.

¿Corazón loco? Antonio Machín cantaba: «…cómo se pueden querer/dos mujeres a la vez/y no estar loco…». O bien: cómo se pueden decir dos cosas a la vez, y no estar loco. Podemos tiene mucho que aclarar, y sus adversarios tienen que aclararse mucho. ¿O estamos todos locos y no sabemos lo que queremos?

Autor del artículo: Manuel Hidalgo.

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