El escritor canadiense nos deslumbra con un esperanzador ensayo sobre cómo el diseño urbano puede abrirse paso entre tantos errores
Heródoto, tras pasear por su natal Halicarnaso nos dijo con sinceridad: “Contaré la historia de las ciudades que iré visitando, tanto las grandes como las pequeñas“. La mayor parte de las que un tiempo eran grandes, se han ahora convertido en pequeñas; y aquellas que durante mi vida he visto crecer y convertirse en poderosas, antes tenían dimensiones muy reducidas.
25 siglos después seguimos buscando la ciudad que nos permita ser felices. Puede que la ciudad en sí misma no nos haga felices, pero sí ayuda, y además es responsable de que podamos desarrollar nuestra civilidad, por eso la civitas es el cogollo de este asunto.
La ciudad feliz es un libro para toda persona que aspira a una vida más allá del agujero negro consumista, eso incluye a alcaldes inteligentes, y a toda la tropa de individualistas que poblamos las urbes y sobrevivimos entre alquileres palpitantes y dislocados.
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