Yanis Varoufakis es uno de esos economistas que dejan su quehacer profesional lleno de huellas para saber cómo piensan. Participante habitual en todo tipo de debates sobre la Gran Recesión, sus análisis nunca dejan indiferente. A partir de hoy adquieren una nueva significación al pasar de la academia a la política. Su opinión hasta ahora era ésta: “¿Qué debería hacer Grecia para rescatarse a sí misma de su Gran Depresión?, ¿cómo deberían reaccionar España o Italia a las exigencias que la lógica nos dice que harán que las cosas empeoren? La respuesta es que no hay nada que nuestros orgullosos países puedan hacer más que decir no a las necias políticas cuyo real objetivo es profundizar la depresión”.
Pertenecen estas palabras a su libro más conocido, El Minotauro global (Capital Swing), que amplía un artículo publicado en la publicación norteamericana Monthly Review (fundada por el gran Paul Sweezy), lo que caracteriza su lugar ideológico. En este texto desarrolla su metáfora más conocida: igual que los atenienses mantenían un flujo constante de tributos a la bestia, así el resto del mundo envió cantidades increíbles de capital a EE UU. Ese motor, que impulsó la economía global durante casi tres décadas, es el que se ha gripado desde 2007. A partir del año 2013, Varoufakis junto a otros dos conocidos economistas alternativos (Stuart Holland, exdiputado laborista británico y asesor de Jacques Delors, y James Galbraith, profesor de la Universidad de Texas e hijo de John Kenneth Galbraith) hizo de misionero económico dando a conocer Una modesta proposición para resolver la crisis de la eurozona, en la que plantean la urgencia de un New Deal europeo contra la cuádruple crisis existente: bancaria, de endeudamiento, de falta de inversión y, sobre todo, social, motivadas todas ellas por los fracasos políticos.
De las bastantes entrevistas concedidas de modo reciente una de las más significativas (por estar dirigida al público de habla germana) fue en la cadena austriaca ORF (www.sinpermiso.info). Allí Varoufakis desarrolló la fábula de la cigarra y la hormiga para explicar de modo pedagógico lo que ocurre: la hormiga trabaja duro y ahorra mientras la cigarra se limita a holgazanear y a no hacer nada.
“Desgraciadamente en Europa predomina la extrañísima idea de que todas las cigarras viven en el Sur y todas las hormigas en el Norte, cuando en realidad, lo que tienes son hormigas y cigarras en todas partes”. Lo que sucedió es que las cigarras del Norte y las del Sur —banqueros del Norte y banqueros del Sur, pongamos por caso— se aliaron para crear una burbuja financiera que los enriqueció, permitiéndoles cantar y holgazanear mientras las hormigas del Norte y del Sur trabajaban en condiciones cada vez más difíciles. Cuando la burbuja estalla, las cigarras del Norte y el Sur decidieron que la culpa la tenían las hormigas del Norte y del Sur. “La mejor forma de hacer esto era enfrentar a las hormigas del Norte con las hormigas del Sur, contándoles que en el Sur sólo existían cigarras. Así, la UE comenzó a fragmentarse y el alemán medio odia al griego medio, el griego medio odia al alemán medio. No tardará el alemán medio en odiar al alemán medio y el griego medio en odiar al griego medio”.
¿Habrá gran distancia entre las opiniones de Varoufakis y su práctica política como dolorosamente ha ocurrido en tantas otras ocasiones (recuérdese a Hollande)? Considerando que Europa sufre una crisis creada por ella misma que está poniendo en peligro sesenta años de integración, el nuevo ministro ha escrito que nunca antes gente tan poderosa comprendió tan poco lo que la economía mundial necesitaba para recuperarse. Miraremos con lupa su acción a partir de ahora.
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