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Carme Valls: “La menstruación ha quedado invisibilizada en la Medicina”

Por Redacción Médica  ·  03.01.2021

Vivir en una sociedad androcéntrica y patriarcal tiene consecuencias en los cuerpos de las mujeres. Carme Valls, endocrina y autora del libro Mujeres invisibles (editado por Capitan Swing), considera que la Medicina aún tiene una mirada sesgada sobre esta parte de la población. Para ella, esta ciencia aún mantiene una divisón entre el cuerpo y la mente y se olvida de ciertos síntomas que no se entienden sin estudiar las diferencias que hay entre los sexos y entre los roles de género.

En su libro, Valls hace un recorrido por estas omisiones, responsabilizando en gran parte a los estereotipos culturales que aún perduran en la mente de una sociedad en la que los cuidados recaen en gran medida sobre las mujeres. Del problema de la doble jornada, la falta de mujeres (y de ratas hembras) en los ensayos y la invisibilización de ciertos síntomas ha hablado con Redacción Médica

Especialistas nos han ido señalando que la Cardiología es una de las especialidades que durante muchos años se ha olvidado de las mujeres en sus estudios. En el libro usted dice que ha hecho bastantes avances en los últimos años. ¿Qué otras especialidades no lo han hecho?

Las demás. Cardiología ha hecho un esfuerzo consciente porque se dio cuenta de que había olvidado a las mujeres en trabajos de investigación. Las otras especialidades no han hecho este trabajo tan conscientemente. Especialmente porque tienen que abordar problemas crónicos que han quedado invisibles, como la menstruación: o dan a la paciente anticonceptivos o ya no se plantean qué más hacer en cada caso de alteraciones mensturales, lo que genera un agravio comparativo hacia la mujer. 

También están las especialidades relacionadas con patologías crónicas, como Medicina Interna o Reumatología. Estas enfermedades predominan entre mujeres. Hubo un intento de estudiar estas diferencias en la década de 2000, entre 2000 y 2005, pero después el estudio de estas diferencias se quedó parado. Se ve, por ejemplo, en las mismas guías y protocolos que están publicados sobre la atención al lupus y otras enfermedades que afectan más a mujeres, la palabra mujer llega a salir una sola vez. Pero, ¿tiene alguna relación estas enfermedades con el ciclo menstrual? ¿Tienen relación con los niveles de estrógenos?

Explica que el medio ambiente también afecta más a las mujeres.


“Hay que analizar los resultados de los estudios con perspectiva de género”

Es aspecto que le está costando a la Medicina, la relación del medio ambiente con los problemas de salud. Era un problema muy desconocido hace 10 años. El primer trabajo sobre disruptores endocrinos que publicó la OMS fue en el año 2012. Pero tanto las enfermedades cardiovasculares, como las  respiratorias y hormonales tienen una clara relación con los niveles de contaminación ambiental, sobre todo por el aire. También por el agua y los alimentos. Repercute más en las mujeres porque afecta al ciclo menstrual. Eso es algo que tampoco se ha tenido en cuenta al realizar estudios. En los que hagamos en el futuro en Medicina debemos tener en cuenta la diferencia de sexo.

Hay que analizar los resultados con perspectiva de género para saber qué condiciones de vida y trabajo tienen las personas que estudiamos y en qué medio ambiente están. Ya sé que complicamos la vida, pero es que la vida es compleja. Y no es igual estar viviendo en medio de una ciudad llena de emisiones de los coches que estar viviendo en la sierra con aire puro.

¿Cómo es posible que la ciencia haya olvidado a un porcentaje tan amplio de la población?

Porque había dos prejuicios. El primero es que si estudiabas a un hombre, ya estudiabas a una mujer. Partían de la idea de que éramos iguales en casi todo menos en parir. Incluso las láminas de anatomía donde estudiaban siempre eran cuerpos de hombre.

También ocurre con enfermedades. El caso de la Cardiología es obvio: habían presupuesto que las mujeres no podían tener un infarto. Aún así, ahora se está estudiando más hondo las diferencias en la evolución de la enfermedad o los fármacos con que atienden a los pacientes que ya han tenido un infarto. Porque se han dado cuenta de otro prejuicio dentro de la Farmacología: el 75 por ciento de los fármacos son investigados solo en ratas macho. ¿Por qué? Una de las razones que alegan es que las hembras tienen estro, lo que quiere decir ques el ciclo molesta para estudiar. Pero es que resulta que los fármacos se van a aplicar a mujeres en ciclo, por lo que se ha de estudiar lo que existe y es que las mujeres tienen ciclo y van a tomar estos fármacos.

Hay nuevos artículos publicados que analizan el argumento de que la ratas macho son más estables. Es otra razón hormonal. La ratas, como lo seres humanos, cuando viven en comunidad tienen relaciones de dominancia, por lo que la rata macho que domina la camada modifica las hormonas del resto. La testosterona de los rodeores, y de los hombres también, es modificada por la relación con otros hombres y con otras ratas. Eso también se tendría que tener en cuenta a la hora de analizar resultados. El razonamiento queda invalidado por otro razonamiento y, por lo tanto, se ha de atender a la diferencia. Lo que me queda claro es que no se había hecho un esfuerzo de atender bien a lo que es diferente. Las diferencias se han de estudiar de formas distintas y atendiendo a estos aspectos.

La invisibilidad de la mujer se remonta a Aristóteles y a los padres de la Iglesia. La mujer siempre es considerada inferior: un espermatozoide fuerte es el que daría lugar a un hombre y un espermatozoide débil una mujer. Subyace en el inconsciente y es la razón del prejuicio de que lo que le pase a una mujer es menos importante. A partir de aquí parte la idea de que estudiando solo hombres y las mujeres quedarán estudiadas, y no es así.

A tenor de lo que explica de las ratas, ¿a nivel farmacológico también considera que las mujeres están sobremedicadas porque se les da una dosis medida para hombres y no para mujeres?

En el caso de los psicofármacos es claro. La farmacocinética diferencial que es otra rama de la Medicina que ha avanzado poco. Hay un metabolismo diferente de algunos psicofármacos que probablemente nos llevaría a que las mujeres tendrían que tomar dosis más bajas. Ocurre en enfermedades neurológicas, como en la enfermedad del Parkinson. 

Por lo que cuenta, todavía hay cuestiones médicas sobre los cuerpos de las mujeres que carecen de investigación.

Hay muchas cuestiones. De lo primero que me acuerdo es del dolor, que es sobre lo que más preguntan y demandan las mujeres al sistema, junto al cansancio. Pero también quedan por investigar enfermedades y la farmacocinética.

En el libro también señala cómo la doble jornada repercute en la salud de las mujeres, ¿habría que abordar el reparto de cuidados como una cuestión sanitaria?

Sí, en el libro cito a la profesora Marianne Frankenhaeuser y al profesor Ulf Lundberg, una médica y un psicólogo que fueron pioneros en estudia la relación entre la mujer, la salud y el trabajo. Analizaron que la doble jornada generaba un exceso de adrenalina y de cortisol que provocaba un sueño poco reparador.


“La falta de tiempo en consulta es una violencia”

En un estudio, realizado en Suecia, vieron que al final del día se reducían los niveles de cortisona y adrenalina en los varones.  Sin embargo, en las mujeres se incrementaba hasta puntos muy altos porque hacían la doble jornada: tenían que trabajar y luego ocuparse de la vivienda y los hijos. Y cuando llegaban a la cama aún estaba ahí la adrenalina. Eso hacía que durmieran mal, que hubiera contractura del trapecio, taquicardias, palpitaciones… Incluso al día siguiente puede haber colon irritable por un exceso de una hormona que tendría que haber reposado.

Y esa es la base biológica de la doble jornada, que conduce a su vez a un riesgo cardiovascular. Debería tenerse en cuenta las condiciones de trabajo de las mujeres para poder saber si eso tiene relación con la hipertensión.

A nivel psicológico también repercute.

Mentalmente, esta adrenalina produce un incremento de la ansiedad porque no se duerme profundamente. Pero es una ansiedad condicionada por las situaciones de vida y trabajo y, por lo tanto, si la tratas con sedantes mermas los recursos de esa mujer para salir adelante y enfrentarse a la situación que la está condicionando.

Probablemente tendrá que hacer pactos en su entorno personal y social. Se han aprobado leyes de conciliación, pero parece que solo concilian las mujeres porque son las responsables del hogar, aunque no hay ningún mandamiento divino que así lo diga. Y si lo hubiera tampoco lo tendríamos que obedecer. No sigue ningún patrón obligatorio, pero las las mujeres creen que sí, lo que condiciona una situación de contradicciones y angustia que no se puede resolver con pastillas. Es un tema de decisión personal, de mejorar la autoestima y de plantear claras los problemas en las familias.

¿Y por qué hay determinados problemas psicológicos, como el cansancio o la ansiedad, que se tratan como depresiones mayores? 

Por ignorancia. Y por falta de tiempo también. Para poder atender a un ser humano doliente cinco minutos no son de recibo. Hay que atender este sufrimiento para entenderlo un poco y que la persona se entienda a sí misma; hay que profundizar su psicología. Los psicoanalistas saben lo que esto cuesta.

Es verdad que como nos ha faltado ciencia de la diferencia en las facultades de Medicina y de Ciencias de la Salud es más fácil pensar que tiene nervios, porque casi todo el entorno te lleva a pensar eso. Muchos profesionales me dicen: “Si yo le digo a mi jefe que tengo que buscar más, me dice que no pierda el tiempo, que es una mujer y que tiene nervios”. Y si tienes 10 visitas más esperando no buscas más a fondo.

Con un infarto tienes el protocolo claro en la cabeza y en cinco minutos lo aplicas, pero en cambio cuando hay un problema de cansancio o de dolores muy fácil que tirar hacia la receta fácil. Incluso es probable que pienses que si tiene algo muy grave ya volverá

¿Se puede hablar, en este sentido. de violencia de género dentro de las consultas de la Medicina en general?

La investigadora sueca Katarina Swahnberg ha estudiado la microviolencia y la falta de ética en los actos médicos. A través de cuestionarios las pacientes indican si se han sentido bien tratadas, escuchadas, si han sufrido algún tipo de vejación sexual o si se han sentido tratadas injustamente frente a otras personas. También si no habían respetado la confidencialidad.

Hay muchas maneras de ejercer relaciones de poder. Por tanto, podríamos decir que a veces hay una violencia estructural inconsciente. Muchos lo dicen: “Yo no pensaba que eso fuera una violencia”. O: “Yo nunca he visto que se pida opinión a una paciente, se les ordena”. Pero no, a la paciente se le comunica una información científica y esta tiene derecho a seguirla o no seguirla. Es su libertad, no un acto de poder. Un acto médico es sutil. Tienes que atender, escuchar y hacer pedagogía. También para eso se necesita tiempo, pero la falta de tiempo es una violencia.

Aquí en España uno de los procedimientos más polémicos son los partos, ¿cree que hay margen de mejora?

Ha habido un trabajo que yo alabo de los grupos de mujeres de ‘El parto es nuestro’ que han logrado hacer cambios incluso en la normativa sanitaria para que, por ejemplo, no sea obligatorio rasurar o tener que abrir la vagina con una episiotomía, sino que esto fuera una opción que se ha de tomar en algún momento si hay un riesgo de desgarro vaginal. Hay otra manera de respetar el entorno de la mujer para que pueda parir en las condiciones más naturales posibles hasta el último momento. 


“La tiroiditis posparto es un agujero negro en la Medicina”

Ha habido un avance en ese aspecto, por eso el libro se balancea entre lo que se va avanzando gracias a asociaciones de mujeres que han denunciado este tema y, también, sobre quienes claman por los problemas de violencia obstétrica a las que, en las mismas circunstancias, se han visto sometidas. Ha habido mujeres que han tenido unas experiencias muy negativas alrededor de momento del parto. También lo están denunciando.

Después tenemos otro espacio desconocido: el posparto. Vuelve a ser un agujero negro. En Medicina hay agujeros de retroceso: se estudia un poco y luego ya no se continúa. Durante un tiempo se analizó la depresión posparto, pero no se hizo lo mismo con la tiroiditis posparto ,que ocurre en una de cada cuatro mujeres. Ambos problemas suelen ir juntos y tienen tratamiento, pero diferente. 

La ciencia tiene todavía mucho campo para estudiar cuestiones.

Tiene mucho campo en muchos aspectos, porque la biología molecular nos ha permitido introducirnos en el cuerpo en maneras muy complejas, pero hemos de atender toda su unidad. Se investiga lo que se paga, como fármacos nuevos caros para hacer cosas interesantes, como los anticuerpos monoclonales para el Covid.

En cambio la investigación de la diferencia, y que señalará cómo mejorar el entorno socio-personal de las mujeres y hombres y hacer otro tipo de avances más sutilesy duraderos no hay nadie que lo pague. La salud pública no tiene mucho presupuesto.

Considero que que la ciencia de la diferencia se tendrá que construir desde la Atención Primaria, porque es donde se aprecia mejor estos casos. Desde ahí hay que investigar e ir construyendo un pequeño puzzle de todos los problemas de salud que tienen relación con el dolor. Hay unas 38 enfermedades que pueden producir dolor que son de predominio en mujeres. Debemos exigir dinero para poder investigarlas.

Sobre el dolor también dice que no es normal que la menstruación duela.

Exacto. Se adopta una actitud de resignación ante el dolor menstrual que no es bueno. Ese dolor avisa de  enfermedades como la endometriosis, que está aumentando. No se ha de vivir la vida con dolor.

La menstruación cuando duele indica que hay una alteración hormonal en el cuerpo; que no ha madurado todavía suficiente el ovario, que falta progesterona. Todo esto lo sabemos y el dolor avisa. Si es muy fuerte, repetido y no cede con un analgésico antiinflamatorio se debe ir a Ginecología para hacer una ecografía que vea si se tiene un quiste endometriósico en alguna parte del cuerpo. 

La endometriosis es una de las enfermedades que se tarda más años en diagnosticar precisamente por esta falsa técnica

¿La pandemia Covid ha repercutido en la salud de los hombres y las mujeres de forma diferente?

Las mujeres se contagian más. En la primera ola en España supisieron un 56 por ciento; un 52 en la segunda. Con la mortalidad es diferente. La mujer tiene más resistencia y mejor inmunidad para defenderse de las infecciones. Eso le hace evolucionar mejor, no va a tanta pulmonía bilateral y, en caso de padecerla, tenga menos probabilidades de ingresar en una UCI. Hay un 60 por ciento de mortalidad en hombres frente al 40 por ciento en mujeres.

Pero lo importante a señalar para la ciencia es que continuamos en diferenciar por sexo los datos. Los 18 últimos trabajos publicados en revistas médicas buenas sobre la Covid [en el momento de esta entrevista] no diferencian por sexo más que un 16 por ciento y, en el caso de hacerlo, solo analizaban los resultados en un cuatro por ciento. 

Parece que solo son los hombres los infectados. Pero la afectación de mujeres no es un tema biológico, es tema social porque está en primera línea de fuego. Se han infectado las trabajadoras sanitarias que son mayoritariamente mujeres: enfermeras, médicas, auxiliares de clínica… Un 71 por ciento de la profesión sanitaria es mujer.

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