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Carl Zimmer: “Los virus podrían salvarnos la vida cuando los antibióticos fallen”

Por El Mundo  ·  25.06.2020

¿Terrorífico, verdad? No nos hace falta acudir a la ficción. Todo lo anterior es cierto. Las cifras son auténticas (incluido ese horror de los virus gigantes): apenas sabemos nada, en términos absolutos de los virus. «Harían falta muchos ceros para determinar en un porcentaje cuánto sabemos del mundo de los virus», admite Carl Zimmer, uno de los más respetados divulgadores científicos del periodismo estadounidense. Que recalca: «Vamos a necesitar siglos para conocer bien, en profundidad, la virosfera».

Sin embargo, y he aquí la noticia, aunque el SARS-CoV-2 nos haya impedido tomarnos una caña en condiciones en los últimos tres meses, los virus pueden ser más amigos nuestros que otra cosa. «Cuanto más los estudiamos, más cosas buenas descubrimos», explica el periodista científico (EEUU, 1966), habitual de medios como The New York Times y National Geographic. «Los trillones que tenemos en el cuerpo nos ayudan a estar sanos, consiguen una especie de equilibrio biológico, nos protegen de enfermedades, y no sólo eso: su capacidad para penetrar en bacterias puede ser la solución para superar uno de nuestros problemas más graves: la tolerancia que estamos comenzando a desarrollar hacia los antibióticos. En suma, los virus podrían salvarnos».

Zimmer despliega ésta y otras tesis en uno de esos ensayos que hasta hace cuatro meses habrían sido relegados a una estantería oculta de la librería de turno y ahora podrían llegar incluso a la de superventas (y lograr un buen puesto en las dichosas listas de Amazon): el opúsculo, de poco más de 100 páginas pero rebosante de información, se titula Un planeta de virus, el periodista lo escribió en 2010 y fue entonces cuando se publicó en EEUU, pero ahora lo recupera para España la editorial Capitán Swing.

El libro, sólidamente técnico, bucea en el apenas siglo y medio de verdadero conocimiento de los virus por parte del hombre. ¿Apenas siglo y medio? «Hasta hace poco no ha habido medios microscópicos suficientes como para investigar bien ese mundo, los virus no se pueden estudiar con microscopios normales. Y es verdad que, una vez descubiertos, no se les ha dado la relevancia debida… Hasta ahora», explica Zimmer, quien lógicamente lleva varios meses contestando como un papagayo a decenas, cientos y miles de preguntas sobre Wuhan, la Covid-19 y nuestra necesidad de tomarnos cañas en condiciones.

Despejemos todo eso, pues, antes de hablar del libro. ¿Cuándo cree que tendremos una vacuna en condiciones, teniendo en cuenta que para el VIH aún no hay una 30 años después de su irrupción? «Creo que en el verano de 2021, y marcará un récord de velocidad, desde luego», augura. «Hay varios acercamientos buenos, el SARS-CoV-2 no parece un virus difícil de vacunar».

Vayamos entonces a las raíces de la pandemia: ¿cómo pudo arrancar? «Los patrones del SARS (2020) y el MERS (2012) nos enseñan el camino: debió de originarse en murciélagos radicados en China y filtrarse a algún granjero chino en 2019. De alguna manera se las arregló para transmitirse luego».

Y en plena lucha contra el virus, ¿cuáles son los países que, en su opinión, han manejado mejor los contagios? «Taiwan y Nueva Zelanda, porque a pesar de no tener los medios de un país grande, lo han parado muy bien. EEUU, al contrario, ni reaccionó rápido ni siguió los consejos de expertos, y ahí está la mayor tasa mundial de muertos».

Un planeta de virus transita desde la creación del término virus en la época romana hasta que en 1897 -anteayer en términos históricos- un joven químico agrícola alemán, Adolph Mayer, se puso a investigar por qué unas plantas de tabaco morían y otras no en condiciones iguales.

Especial interés tiene, por ejemplo, cómo otro de los primeros microbiólogos, el canadiense Felix D’Herelle, descubrió que un tipo de virus, denominado fago (en 1919 los aisló de heces de pollo y así consigue terminar con un brote de tifus en una granja), se infiltra en las bacterias y consigue matarlas, tal y como lo cuenta Zimmer: un camino en su momento abandonado, pero que ahora, un siglo después, puede salvarnos de la decadente eficiencia de los antibióticos.

Casi todo, en cualquier caso, apunta al enorme desconocimiento de este vastísimo y omnipresente planeta viral. Hasta que en 1986 una estudiante de la Universidad de Nueva York llamada Lita Proctor se ocupó, en un trabajo académico, de estudiar los virus que contiene el agua de mar, se pensaba en una existencia anecdótica. Ella descubrió que había millones de seres ahí acurrucados, y posteriores estudios multiplicaron aún más la cifra.

Más todavía: es probable que respiremos, en buena medida, gracias a los virus.

Un 10% de las fotosíntesis del planeta se lleva a cabo gracias a genes víricos, cuenta Zimmer. Bueno, y el cortoplacismo que más nos interesa, en plena pandemia global: ¿cuándo volverá a ser todo como antes? «Pasaremos un año o más parando esto e intentando no enfermar, y las infecciones no serán tan graves porque tendremos antivirales, hasta la vacuna, que llegará en 2021», afirma. «Pero debemos aprender, estar mucho mejor preparados»

Más allá de su papel en la pandemia, ‘Un planeta de virus’ muestra cómo los virus nos permiten respirar, al generar un 10% del oxígeno de la Tierra, y cómo pueden ser la solución a la menguante eficacia de los antibióticos. “Necesitaremos siglos para conocer bien la virosfera”, dice el divulgador

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