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Carl Zimmer: “La única ocasión de parar al coronavirus fue en sus primeras fases, y no sabemos mucho de lo que pasó en Wuhan”

Por El Mundo  ·  23.02.2023

Su secreto es tan fácil de resumir como difícil de llevar a buen término: primero se documenta exhaustivamente y luego explica sus hallazgos con la máxima sencillez posible. Por eso Carl Zimmer, columnista en The New York Times y profesor adjunto en la Universidad de Yale, es uno de los divulgadores científicos más importantes del mundo.

Ha escrito 13 libros y ha colaborado con publicaciones como National Geographic o Wired. Su última obra en castellano es un repaso a lo que sabemos, lo que ignoramos y lo que creemos entender pero en realidad desconocemos sobre la genética. Con el elocuente nombre de Tiene la sonrisa de su madre. Poder, deformación y potencial de la herencia, es el tercer título que publica en España con la editorial Capitán Swing. Así resume su mensaje: los genes son importantes, pero “no somos sólo nuestros genes“.

Entretanto, ha seguido de cerca la pandemia de Covid y ha firmado algunos reportajes esenciales para entenderla. En marzo de 2021, fue de los primeros en alertar de las reinfecciones que empezaban a producirse, algo de lo que entonces muchos dudaban y que hoy está tristemente confirmado: el SARS-CoV-2 puede infectarnos varias veces. Tanto, que no ha dejado de hacerlo. “Sería muy bueno tener vacunas mejores para detener la transmisión”, sostiene, aunque celebra el éxito “histórico” de haber logrado las actuales en un tiempo récord.

Cuanto más estudiamos los genes, más vemos que el estilo de vida afecta incluso a la genética. ¿Cuáles son los principales errores que cometemos al pensar en la herencia biológica? Hoy la gente puede hacerse un test de su ADN y saber qué hay en sus genes, y eso es algo que las generaciones anteriores no podían. Sabemos mucho de lo que esos genes están haciendo. Puedes emplear en ADN para conectar con tus parientes a través de la genealogía. Así que estamos experimentado esta sorprendente avalancha de información y es muy importante que seamos cuidadosos con cómo la usamos y cómo la interpretamos, porque no nos va a dar todas las respuestas que buscamos. Es importante no tener una idea simplista sobre cómo funcionan los genes y la herencia, porque nada de ello es simple. Pero, si reconoces eso, toda esa información puede ser fascinante y conducir a toda clase de descubrimientos.Si me permite una pequeña historia, una vez le regalamos a un amigo un test genético por su cumpleaños. Estaba muy agradecido y deseando confirmar una teoría algo romántica que tenía sobre sus ancestros. Nunca supimos los resultados. Supongo que no confirmaron su creencia…Hemos considerado los rasgos hereditarios algo muy importante desde mucho antes de que nadie supiera qué eran los genes, y hemos usado la herencia para definirnos a nosotros mismos. La herencia es lo que nos conecta a otras personas, es lo que el pasado da al presente; una conexión que va más allá de nosotros mismos. Si no estás seguro de cuál es tu herencia, puede resultar una verdadera carga. Y por eso puede ser muy emocionante tener la posibilidad de hacer test genéticos para, por fin, lograr ese conocimiento. En EEUU, los test genéticos son bastante populares entre la comunidad afroamericana, porque hay poca información genealógica sobre sus ancestros esclavizados. La gente sólo tenía un nombre o se ponía “niño” o algo así en los registros. Parte de esa historia está codificada en los genes. Pero, sí, si te han contado o te has contado a ti mismo una historia sobre tu pasado, a lo mejor no es tan cierta como piensas, y entonces mirar en tus genes puede producir cierta clase de shock.Aunque tampoco entiendo por qué…Es importante tener en cuenta que los genes no te dan de ningún modo una visión perfecta de tu pasado. Mucho de los que se averigua sobre tus ancestros es, simplemente, porque se compara tu ADN con el de otras personas. Si tienes algunas mutaciones que son particularmente comunes en España, Irlanda o Indonesia, alguien puede decir: tienes antepasados en tal o cual país o región. Pero los propios científicos continúan indagando más y más, de manera que las comparaciones evolucionan a lo largo del tiempo. Así que algunas personas han obtenido unos resultados genéticos y han conocido, por ejemplo, que sus antepasados son de algún país sorprendente. Eso les resulta muy emocionante e investigan sobre ese país. Y después, un par de años más tarde, la misma empresa les envía un mail con una actualización que dice: ‘Oh, mira, hemos estudiado más datos y tenemos un informe más preciso’. Y resulta que ese país tan interesante desaparece, y la persona tiene que repensar su identidad. Así que es importante no pensar que hay una especie de verdad absoluta escondida en tu genoma. Hay señales, pero es difícil leerlas.

Zimmer está convencido, pese a estas posibles confusiones, de que la situación ahora no es como hace un siglo, cuando el estudio de los genes fue objeto de toda clase de tergiversaciones: “La idea de que hay alguna explicación biológica a por qué algunas personas son ricas y otras no, y otras clases de diferencias, se retrotrae siglos atrás, a mucho antes de la genética. Cuando la ciencia genética aparece, hace 120 años, se producen intentos de usar esta nueva ciencia para justificar esas creencias antiguas, e incluso algunos genetistas participan. Así empiezan a aparecer la eugenesia y esa clase de ideologías que conducen a cosas horribles, como el Holocausto”.

“Los historiadores han mostrado cómo la biología ha sido usada y abusada en varias formas”, recuerda Zimmer. Además, la ciencia ha mostrado sorprendentes relaciones entre características que solíamos atribuir a la herencia, como la inteligencia, y factores ambientales que nos rodean. “Con sólo tener una regulación que eliminó la gasolina con plomo, se logró un gran impacto en cómo los niños aprendían en la escuela, simplemente porque el plomo en el aire es una neurotoxina”, explica.

“Ha habido muchas investigaciones sobre sus efectos en el agua, el aire, el suelo, y han demostrado que incluso pequeñas cantidades pueden impactar en el cerebro de múltiples maneras. Así que librarse de la gasolina con plomo resultó tener un impacto beneficioso, y no hay que cambiar el ADN de nadie para lograrlo“, aclara. “Y quizá haya procesos similares no sólo con sustancias tóxicas, sino con el lugar, la familia, la escuela…”.

Su conocimiento sobre la materia -está en el Departamento de Bioquímica molecular y Biofísica de Yale- también le ha servido para desmontar mitos o confusiones sobre los virus. “Al principio de la pandemia empecé a escuchar a gente decir: ‘Bien, el coronavirus es malo ahora, pero al menos sabemos que con el tiempo se volverá más suave’. Y yo decía: ‘Perdona, ¿cómo sabemos eso?’. Y descubrí que mucha gente tenía la creencia de que era una ley de los virus, que se vuelven más suaves con el tiempo, y me empezó a interesar de dónde procedía”.

Sus pesquisas fructificaron: a mitad del siglo XX, “algunos científicos sugirieron que era una especie de regla biológica para los parásitos”. Sin embargo, “la siguiente generación de biólogos examinó más de cerca a los patógenos y dijo que no, que no hay razón para asumir que vaya a ocurrir así siempre”. Un buen ejemplo es la mixomatosis, una enfermedad vírica en conejos que ha ido atravesando diferentes fases, con mayor y menor severidad. No es cada vez más leve: cambia inesperadamente en un sentido u otro.

Ahora, con ómicron y sus muchas variantes, la evolución de los virus vuelve a ser objeto de debate: “Aún oigo a gente decir que los virus se vuelven cada vez más suaves. Sería bonito que fuera cierto, pero no es necesariamente el caso”, resuelve.

¿Qué podemos esperar del virus los próximos meses o años?Este virus ha dado tantos giros y vueltas, ha sorprendido tanto a los expertos, que no creo que podamos estar seguros de lo que hará a continuación. Un escenario posible es que la variante ómicron siga dominando, porque tiene varias subvariantes que obtienen pequeñas mutaciones adicionales, así puede ser así como funcione la evolución durante un tiempo. En ese caso, es posible que tengamos una especie de carga constante, en lugar de grandes picos. Pero no es una buena situación, porque ahora hay más personas hospitalizadas y muriendo por Covid que por gripe. Es una enfermedad que no existía hace tres años y ahora es una de las principales causas de muerte. Sigue siendo una de las principales causas de muerte y, como resultado, hemos reducido la esperanza de vida. Es una terrible carga para la salud con la que estamos lidiando ahora, y podríamos seguir lidiando en el futuro, incluso en personas que no son hospitalizadas. Probablemente, hay decenas de millones de personas con Covid persistente, y los científicos apenas han empezado a entenderlo.¿Y el otro escenario?Otro escenario podría ser que aparezca una versión muy diferente del SARS-CoV-2 en algún grupo de personas, o tal vez ya esté en los animales, quizá en el visón, y tal vez evolucione para volverse muy, muy grave. Desafortunadamente, no podemos descartarlo, porque este virus está en todas partes, lo que significa que está mutando todo el tiempo. Y la evolución es una fuerza poderosa.Ninguno de los escenarios es prometedor. ¿Fue un error ser demasiado optimistas y dejar que el virus se extendiera tanto?Bueno, creo que la única oportunidad real de haber detenido al virus habría sido en las primeras etapas, y hay mucho que no sabemos sobre lo que pasaba exactamente en Wuhan en esas primeras etapas. Hubo mucha mala comunicación, o quizá la gente, simplemente, no supo ver con lo que estaba tratando. Es tan transmisible que, una vez que unas mil personas se infectaron, es difícil ver cómo podría haberse detenido.¿Qué puede hacerse ahora?Sería genial si tuviéramos vacunas mejores para ralentizar la transmisión y mantener a las personas fuera del hospital. Las vacunas que tenemos han salvado muchos millones de vidas, pero se basaron en una versión muy temprana del virus. Existe la posibilidad de hacer mejores vacunas, pero parece que el interés ya no está allí; el foco no está puesto en apoyar realmente el rápido desarrollo de nuevas y perfeccionadas vacunas. Cuando comenzó la pandemia, hubo un esfuerzo internacional respaldado con muchos miles de millones de dólares y un apoyo institucional para obtener vacunas rápidamente, y en menos de un año había vacunas efectivas, eso nunca se había hecho antes. Fue un momento histórico. Pero esa clase de apoyo del Gobierno de EEUU y otros países se ha ido.

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