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‘Capital fósil’

Por El Periódico  ·  01.09.2021

Instalados hasta hace no mucho en un plano futuro, correspondiente casi a la categoría de la ciencia-ficción, los efectos del cambio climático son hoy tan reales como los alterados climas que venimos padeciendo, con su siniestro cortejo de galernas, tifones, huracanes, lluvias torrenciales, inundaciones y catástrofes naturales.

Los informes del Panel Intercontinental del Cambio Climático (IPCC), compuesto por expertos colaboradores de Naciones Unidas, han demostrado una vez más que la elevación de las temperaturas en buena parte del globo se debe principalmente al uso de combustibles fósiles, carbón, petróleo o gas. Por consiguiente, la relación causa-efecto, una vez claramente demostrada, responsabiliza a la humanidad, y a ella sola, de cuantas calamidades climáticas puedan ocurrirle en el futuro.PUBLICIDAD

En esa línea, el ensayo de Andreas Malm, titulado Capital fósil (editorial Capitán Swing) analiza desde una perspectiva histórica el auge del carbón y del vapor como raíces del calentamiento global. Al hilo de la utilización de distintos combustibles en las sucesivas revoluciones industriales, Malm irá armando una teoría tendente a tratar de demostrar que ha sido el capitalismo la causa troncal del deterioro ecológico del planeta.

El capitalismo, insiste este profesor de Ecología Humana de la Universidad de Lünd (Suecia), ha modificado el medio ambiente para peor desde que el carbón como energía mecánica se impuso en la Inglaterra comercial del siglo XIX. Lo hizo no solo por su potencial calórico sino también por la reorganización de la división del trabajo que proponían sus nuevas y mucho más amplias plantillas laborales.

Gracias a los combustibles fósiles, el capital pudo concentrar la producción en los lugares y horarios más convenientes a sus intereses… y así habría seguido operando hasta hoy, modificando no solo la estructura de la naturaleza, sino también la estructura de la naturaleza del hombre.

Cabiendo preguntarse, según Andreas Malm, si ese mismo, depredador y salvaje capitalismo no se estará fosilizando también, devorado a su vez por hijos más ávidos todavía que el padre en sus dentelladas a los salarios o a las facturas de la luz.

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