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Cadáveres ‘sentados’ en el avión y otras cosas que nadie nos han contado de los muertos

Por El Correo  ·  01.11.2023

Qué miedo nos da la muerte, pero qué fascinación nos causan sus entresijos, sobre todo aquellos que nadie nos cuenta. Y no es que sean asuntos que no generan curiosidad. De hecho sí la suscitan, y mucho, sobre todo en la infancia, cuando no nos autocensuramos y lo preguntamos todo. Lo que pasa es que, al crecer, interiorizamos la idea de que preguntar cosas sobre ello es raro o morboso, y así llegamos a la edad adulta siendo unos «analfabetos respecto a la muerte», según sentencia Caitlin Doughty, empresaria de pompas fúnebres y exitosa bloguera de temas mortuorios.

Para arrojar luz sobre esas cosas que nunca se cuentan de los muertos ha escrito ‘¿El gato se comerá mis ojos?’ (ed. Capitán Swing). «Tengo una funeraria y me encanta responder preguntas raras», se justifica. ¿Preparados para saber más? Ahí van algunas revelaciones de ese ‘otro lado’ al que todos llegaremos.

  1. ¿La gente muy alta puede no caber en el ataúd?

Explica Doughty que está muy extendida la leyenda urbana de que se les amputan las piernas a los fallecidos que no caben en la caja. «Que conste en acta que hay ataúdes para todo el mundo». Siempre hay una solución que no pase por una motosierra», bromea.

  1. ¿Se puede donar sangre después de morir?

El hecho de que una persona haya muerto «no significa que de pronto su cuerpo se vuelva inservible». La sangre, tal y como afirma Doughty, sigue siendo utilizable hasta seis horas después de la muerte (si el óbito ha sido más o menos repentino). «Si la sangre está estéril y en buenas condiciones la donación es totalmente factible», aclara.

  1. ¿Es verdad que se ve una luz blanca y un túnel al fallecer?

Alrededor del 3% de las personas dicen haber tenido alguna experiencia cercana a la muerte. «El porcentaje sube al 18% entre ancianos hospitalizados», informa Doughty. Y no siempre son el túnel y la luz blanca (solo en uno de cada tres casos). Hay otros formatos. Y no se trata siempre de momentos plácidos y felices: de hecho, solo la mitad de las veces son episodios placenteros (el resto resultan aterradores). ¿Por qué ocurren?La ciencia nos dice que es por falta de oxígeno en el cerebro. Y nos aclara algo más: muchas de estas experiencias se producen cuando nuestra vida no peligraba en realidad.

  1. ¿Qué pasa si mueres en un avión?

Si una persona sentada a tu lado fallece en pleno vuelo… ¿se la llevarán a otro sitio, no? «Lo dejarán en el asiento de al lado», afirma. Tapado con una manta y con el cinturón abrochado.Si hay una fila de asientos vacía, lo trasladarán hasta allí, y si hay espacio también puede quedarse en el ‘galley’, el huequito trasero de la nave donde está el carrito de las bebidas.De todos modos, Doughty deja caer que es habitual que haya muertos en nuestro mismo vuelo, aunque no lo sepamos. Van en la bodega, junto a las maletas. «Hay muertos volando de un sitio a otro todo el tiempo», apunta. «En mi funeraria estamos siempre bregando con esos casos», indica.Gente que muere de vacaciones y tiene que volver ‘a casa’, emigrantes… ¿Alguna curiosidad más sobre morir en aviones? Sí. Que oficialmente nadie fallece en ellos: podría haber complicaciones como tener que poner a todo el pasaje en cuarentena o considerar la nave el escenario de un crimen… «Por eso el protocolo es pedirle al personal médico que certifique la muerte al llegar a tierra», desvela.

  1. Si mueres, ¿tu gato te comería?

No. «Al menos al principio», matiza la experta. El animal pasará horas e incluso días esperando a que ‘espabiles’ y le des su comida. Pero, pasado este período, empezaría a mordisquear nuestras partes «más blandas y accesibles», como la cara y el cuello, «con especial atención a la nariz y la boca». Ay, parecen tan mimosos… Sí, pero, como recalca Doughty, «comparten un 95,6% del ADN con los leones». «Es un depredador», insiste. Ahora algunos estarán diciendo que eso un perro no lo haría.Ay, qué inocencia. «Tu perro te comerá, vaya que sí», indica. Quizá no por hambre, pero en su intento de despertarte, con el agobio, empezará a lanzar bocados a nuestro cuerpo, revela la experta.

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