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Buscadores de tesoros

Por Diario de Navarra  ·  08.03.2012

Los editores buscan las mejores obras para sus colecciones, tanto en nuevos autores como en novelas publicadas que ya no se encuentran en las librerías o que aún no están traducidas al español. Cuatro editoriales independientes muestran sus últimas joyas.

Para encontrar estos tesoros no hay mapa. Escondidos, olvidados o simplemente ahí, pa­cientes en algún lugar del inmen­so archipiélago de la literatura, miles de libros esperan ser des­cubiertos. Sus buscadores no lle­van GPS y como brújula portan un olfato especial, instruido por el bagaje que deja la lectura, y una mirada crítica y curiosa. Son los editores, el oficio de los cazadores de libros. Las editoriales independientes españolas recu­peran muchos de estos tesoros, tanto novelas nuevas como obras que se habían publicado ya pero no se encuentran en las librerías o que todavía no contaban con edición en español. Algunas de ellas, como Lengua de Trapo, ya muy consolidada; Capitán Swing, con casi tres años de andadura; la navarra Cénlit, con propuestas renovadas; y Automática, llegada al mercado en febrero, dan ‘pis­tas’ sobre el hallazgo de sus joyas literarias.

Las cuatro apuestan por una literatura de calidad, que aporte algo nuevo y que no esté, en nin­gún caso, encorsetada por las modas. Desde ese prisma buscan sus libros. Jorge Lago, uno de los editores de Lengua de Trapo, y Daniel Moreno, editor de Capitán Swing, participaron la semana pasada en el Foro de la librería Auzolan, en Pamplona, donde conversaron sobre su labor. Lago explica que Lengua de Trapo, na­cida en 1995 y que cuenta con co­lecciones de novela y ensayo, par­te de la idea de “dar un hueco a narradores jóvenes o no tan jóve­nes, pero sí primeros narradores en castellano, que no suelen te­nerlo en el mundo editorial”. Eso sí, matiza que no se trata de cual­quier autor sino de quienes “es­tán intentando decir algo”: “La buena literatura por la que noso­tros apostamos no habla solo de literatura. Tiene detrás una realidad compartida, que intenta sol­tar y dar algún tipo de sentido”.

En esta línea, Moreno, cuya editorial da un papel especial al ensayo, agrega que publican dis­cursos que “se van un poco del ca­non dominante” y sostiene que “la novela al uso plantea muchas preguntas y da pocas respuestas. Hay que encontrar narrativas que intenten plantear cosas. Está bien que interroguemos, pero también dar una propuesta, una alternativa sobre algo”.

Por su parte, Darío Ochoa de Chinchetru, director y uno de los tres editores de Automática, tam­bién incide en la necesidad de obras “que aporten ópticas dis­tintas a los discursos comunes y dominantes”, por lo que la edito­rial debe “guiarse a sí misma si­guiendo exclusivamente el crite­rio de la buena literatura”. Por su parte, Cénlit, que lleva 36 años de recorrido, amplió hace tres su apuesta inicial, dedicada espe­cialmente al material académico y escolar, con publicaciones de li­teratura infantil y juvenil. Unai Pascual, uno de sus dos editores, subraya que quieren “equilibrar la creación de materiales con in­terés y resorte pedagógico alto que, además, tengan la virtud de ser grandes obras desde el punto de vista artístico”.

Lectura constante

Con estos planteamientos, los buscadores rastrean sus tesoros, que encuentran a través de dis­tintos caminos. Jorge Lago seña­la que existe un “canal semiinfor­mal” por el que circulan obras a través de autores que sugieren a otros, agentes literarios … Tam­bién cuenta que reciben miles de manuscritos en papel y a través del e-mail que, a pesar de los ine­vitables retrasos, son leídos e informados. Por ejemplo, para el Premio Lengua de Trapo 2011 recibieron 700 novelas. Sobre la re­cepción de obras nuevas, Darío Ochoa recuerda que desde la pri­mera semana de actividad co­menzaron a llegarles manuscri­tos. Durante el primer año, opta­rán por rescatar obras reeditándolas o realizando tra­ducciones, pero a partir del se­gundo sí les gustaría ofrecer tam­bién títulos de nuevos autores.

Otra de las vías que señalan to­das las editoriales es la lectura. “Una constante labor de lectura en francés, inglés, italiano … Bien nosotros, bien lectores que tene­mos fuera para traducir novelas. Hay que estar pendiente de qué sale, seguir la pista a autores, leer revistas … “, detalla el editor de Lengua de Trapo. Para Daniel Moreno, cuya editorial sobre to­do recupera obras para reeditar­las o traducirlas, este canal es cla­ve e indica la importancia de las lecturas previas. Este recorrido también es fundamental para Automática. Sus editores han vi­vido en lugares tan dispares co­mo Emiratos Árabes, China y Reino Unido, donde les cautiva­ron libros que después no encon­traron en España. Eso les impul­só a recuperarlos.

En Cénlit, la búsqueda tam­bién se orienta en dos sentidos. “Nos encargamos de revisar y destacar en algún punto los catá­logos de las editoriales a nivel in­ternacional con más peso y con más tradición en el libro ilustra­do, sobre todo en el mundo fran­cés”. Además, destaca la produc­ción propia (alrededor del 70%):

“En Navarra hay un potencial muy grande de ilustradores, di­bujantes y gente que se dedica a la creación plástica”, asegura. Ellos buscan trabajar a su lado, haciéndoles partícipes del proce­so de creación del libro.

Nuevas joyas

En los últimos meses, estas cua­tro editoriales, con catálogos muy diversos, han presentado nuevos trabajos, que ya pueden encontrarse en las librerías. Esta misma semana sale a la venta la segunda propuesta de Automáti­ca, La torre herida por el rayo, de Fernando Arrabal. La obra, que obtuvo el Premio Nadal en 1982, narra una final de ajedrez entre dos superdotados que simboli­zan dos corrientes, la más racio­nal y la más artística. Sus dos his­torias se entrelazan y van más allá de la propia partida, enfren­tando sus posturas vitales. La primera novela que publicaron fue Infancia, del ruso Maksim Gorki. En ella, el autor cuenta su vida de niño, marcada por la muerte de su padre y criado por sus abuelos. Una historia en la que, explican, la violencia y la ter­nura se mezclan y destaca el arrojo para superar las dificulta­des.

Desde esta semana también puede adquirirse Alimento para moscas, novela del donostiarra Jon Obeso, ganadora del Premio Lengua de Trapo 2011. La obra, ambientada en Navarra, está protagonizada por un entomólo­go que, a la vez que realiza un es­tudio sobre los nematóceros (mosquito común) reflexiona so­bre las relaciones humanas. Además, mientras desarrolla el estudio, una epidemia ataca a la fauna del valle. A partir de la se­mana que viene, también en Lengua de Trapo, podrá conse­guirse El público, de Bruno Ga­lindo. Relata la historia de un hombre que pertenece a la “bo­hemia residual que aún anhela compaginar un buen trabajo con sus ideales” y se le presenta co­mo un miembro de una genera­ción que se siente “política y culturalmente justificada”, al que se le presenta la constante disyun­tiva entre el conformismo o la rebelión.

Con el sello Capitán Swing lle­ga Composicián Nº1, escrita por el francés Marc Saporta en 1962. Es una novela con un formato muy singular, que se presenta en una caja, con las páginas sin encua­dernar ni numerar, para que el lector las barajee. Cada una ate­sora una narración autónoma y mediante ese juego de azar, se de­cide cómo discurrirá la historia. Próximamente, esta editorial pu­blicará Brasil, de Stefan Zweig.

De la mano de Cénlit, que ade­más de literatura infantil y juve­nil, apuesta también por los ma­nuales académicos y ensayo, en­contramos La pequeña Enara. Se trata de una historia para niños de entre 6 y 9 años, escrita por Mikel Mendibil, que narra el via­je de una golondrina llena de in­tuición y curiosidad. Otra de sus últimas publicaciones, realizada en colaboración con la editorial catalana Ttkatuka, es Ordezko lo­re bat amarentzako (Una flor de repuesto para mamá, en su ver­sión en castellano), dirigida para pequeños a partir de 5 años. Es­crita por Rebeka Elizegi e ilustra­da por Miren Iriarte, aborda la relación de un niño con su ma­dre, que sufre cáncer de mama. Una colección de tesoros para to­das las edades ya encontrados por sus buscadores.

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