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Bruder: “Viven sobre ruedas, son los nuevos nómadas estadounidenses”

Por La Vanguardia   ·  17.11.2020

¿Una nueva tribu nómada en el siglo XXI?

Una nueva oleada de personas que jamás imaginaron que se convertirían en nómadas están lanzándose a las carreteras. Dejan tras ellas casas y apartamentos tradicionales, se mudan a autocaravanas, furgonetas, remolques, autobuses de segunda mano e incluso turismos.

¿Son muchos, crecen en número…?

Sí. Las cifras aumentaron cuando estalló la burbuja inmobiliaria en el 2008, y continuaron creciendo. Estados Unidos se prepara para una gran ola de desalojos en el año nuevo, así que probablemente veremos más muy pronto.

Usted se unió a ellos durante tres años.

Nunca voy a olvidar mi primer día en el programa CamperForce de Amazon, que contrata a gente que vive en furgonetas para realizar trabajos temporales muy mal pagados en almacenes y les ofrece un lugar donde aparcar.

¿Qué tipo de gente atraen?

Yo era una de las tres únicas personas sin canas. Nuestra formadora nos advirtió: “El trabajo que vais a hacer aquí es muy físico. Probablemente haréis mil sentadillas al día, y no exagero”.

¿Y resisten?

No les queda otra. Para mí lo peor de todo era el adormecimiento mental. Al terminar el turno de noche, sentía como si hubiera sufrido una lobotomía. Algunos de los trabajadores decían que se sentían como “Amazombis”.

¿Le ha cambiado esta experiencia?

Ahora me resulta muy difícil permanecer en un solo lugar. Me enamoré de un evento llamado Rubber Tramp Rendezvous, un encuentro anual en el desierto de Arizona, donde la gente que vive en casas rodantes comparte consejos y trucos para la vida en la carretera.

¿Qué tipo de trucos?

De todo, desde dónde conseguir una salud bucal barata al arte de aparcar a escondidas (dormir en tu furgoneta en una zona urbana sin que te pillen). La primera vez que fui, en el 2014, había unas 75 personas. Cinco años después 8.000.

¿Familias, parejas, solteros y solteras?

Algunos viajan con niños, y son muchos los nómadas de pelo gris que han perdido sus ahorros, han visto cómo se hundían sus negocios o cómo embargaban sus casas durante la Gran Recesión del 2008. Pero me llamó la atención el gran número de personas solteras, incluyendo algunas que se autodenominaban introvertidos.

Víctimas de una economía precaria.

Recuerdo una mujer que llevaba una camiseta que decía: “¡Introvertidos, uníos! Estamos aquí, estamos incómodos y queremos ir a casa”.

¿Dónde se duchan y lavan su ropa?

La mayoría en lavanderías, algunas de ellas ofrecen también duchas a precio barato. Y una estrategia muy popular es conseguir una membresía barata en alguna cadena de gimnasios para poder ducharse donde quiera que vayan.

¿Viven en comunidad?

Utilizan las redes sociales para mantener el contacto y se reúnen siempre que pueden, a veces viajan en caravanas. Son una tribu.

¿Gente formada, valiente, alegre…?

Como la gente en cualquier parte, no hay dos iguales. Algunos estaban muy formados y, dado que en EE.UU. la universidad es tan cara, cargaban con préstamos estudiantiles. En líneas generales, eran valientes y resilientes.

Supervivientes.

La actitud de muchos de ellos era obstinadamente positiva. Yo bromeaba con que era la “preocupada en jefe”, porque me sorprendía lo alegres que estaban a pesar de lo precario de sus circunstancias.

¿Intentaban consolarla?

Me pedían que tuviera una perspectiva más amplia: que, en general, la vida es una proposición precaria, y que lo que mucha gente considera estabilidad es una ilusión que rápidamente puede esfumarse. Teniendo en cuenta el estado del mundo en estos momentos, ¿quién podría discutir eso?

¿A qué clase social pertenecen?

Mayoritariamente a la clase media, esa especie en extinción. En Estados Unidos, los directores generales ganan 320 veces más de lo que gana un trabajador medio, lo que es una locura.

¿Cuál es la esperanza de esos nómadas?

Ganar el dinero suficiente para llenar el estómago y el depósito de gasolina. Mantenerse saludables. Conocer a gente nueva y sentirse conectados.

¿Renunciar al arraigo para sobrevivir les hace más libres?

Sí y no. El último lugar libre en EE.UU. es un aparcamiento. Pero cada vez más ciudades han ilegalizado el dormir en un vehículo.

¿Qué ha aprendido de esta experiencia?

La gente es increíblemente resiliente, es capaz de adaptarse a todo tipo de circunstancias demostrando una gran creatividad y valentía. ¡Creo que eso es lo que nos ha hecho una especie tan prolífica! A la vez, nuestra capacidad para normalizar incluso las condiciones más adversas podría conducir a nuestra ruina.

¿Qué le ha tocado más el corazón?

Los pequeños momentos de generosidad me han emocionado muchísimo. Cuando a una mujer se le rompió la furgoneta en mitad del desierto, los demás fueron aportando lo que podían hasta que su furgoneta estuvo arreglada. Había un sentimiento de camaradería.

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