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Biografía de ‘1984’, la novela que mejor sintetizó los terrores del siglo XX en Europa

Por El Mundo  ·  08.12.2022

‘El ministerio de la verdad’, de Dorian Lynskey, da las claves para entender la actualidad de la ‘biblia’ de Orwell contra la tentación totalitaria y contra los populismos

A Winston, el protagonista de 1984, se le aparecían su hermana y su madre en sueños culposos porque Winston, cuando era niño, fue elegido para ser el único superviviente de su familia, mientras que ellas, más débiles que él, se sacrificaron y se dejaron morir de hambre.

En los sueños de Winston, las ratas devoraban sus cuerpos y él huía de su casa miserable. Julia, la compañera de escapada de Winston, representaba otro tipo de relación con la realidad: ella no se atormentaba sino que regateaba con el horror, jugaba a ser obediente y transgresora al mismo tiempo y, en su ambigüedad, conseguía crearse un pequeño espacio secreto de libertad, aunque tuviese que pagar por él con la pureza de su alma.

O’Brien, por último, era el guía espiritual, el confesor y el manipulador de Julia y Winston. Era él quien ofrecía un sentido para el horror porque quizá creyese sinceramente que el mundo del Gran Hermano era el mal menor para la autodestructiva especie humana. Pero también era el hombre insidioso que leía a escondidas los diarios de Winston, el que manipulaba sus emociones y el que criaba las ratas que habrían de reaparecer en la última escena de 1984.

¿Algún lector que se cruzase con George Orwell a los 17 años recordaba que los personajes de 1984 fuesen tan complejos en su psicología? Redescubrir esas sutilezas es uno de los alicientes de El ministerio de la verdad (editado por Capitán Swing), el libro de Dorian Lynskey que se presenta como la biografía de 1984. ¿Qué es eso? Una mezcla de crítica literaria, ensayo político, biografía personal y estudio cultural sobre la novela que mejor sintetizó los terrores del siglo XX en Europa. «Creo que leí 1984 por primera vez con 13 años. Obviamente, no entendí nada del totalitarismo del que trataba Orwell. Leí la novela como una historia de miedo, como la imagen de un mundo aterrador en el que existía la promesa de una vía de escape pero que acaba en el desastre. Me tocó el argumento, el clima emocional…», cuenta Lynskey. «Pero 1984 no es como la mayoría de las distopías de su tiempo. Porque 1984 es una tesis sobre el totalitarismo, sobre aquello que todos tememos, sí, pero también es un thriller y una novela de misterio, tiene ese triángulo de Winston, Julia y O’Brien que es muy atractivo y tiene la inocencia del lenguaje. Tiene más cosas de las que suelen salir en las distopías habituales, que a menudo son débiles en su argumento. Por eso, 1984 sigue siendo atractivo en 2022, a pesar de que el marco para el que se escribió era muy específico, de que estaba muy enraizado en el totalitarismo de los años 30. Es el mito, es el clásico».

¿Cómo se construyó el mito? El ministerio de la verdad es como una de esas novelas que plantean dos historias paralelas que en algún momento giran, se cruzan y alumbran un sentido nuevo. La primera de esas historias es el paisaje político y cultural de Europa en los años 30: las novelas de H.G. Welles, las de Huxley y las del ruso Zamiatin, la circulación de las primeras noticias sobre las purgas de Stalin, la proclamación del III Reich…

La otra historia es el relato personal de George Orwell, nacido Eric Blair, hijo de un funcionario colonial, niño de clase media con beca en Eton, policía en la India, periodista en Fleet Street, autor de algunos libros medianos y, por supuesto, combatiente en España con las Brigadas Internacionales.

PARA SABER MÁS

La Guerra Civil Española es el punto en el que se cruzan las dos historias de El ministerio de la verdad. «Lo que llevó a Orwell a escribir Rebelión en la granja y 1984 fue su experiencia en España. Porque España le cambió la manera de ver lo que ocurría en la política europea», cuenta Lynskey. «Le abrió los ojos ante la industria de la propaganda y de la mentira. Él fue a España a combatir el fascismo, pero se vio en Barcelona, en medio de una guerra civil dentro de la Guerra Civil en la que los agentes soviéticos se dedicaban a aniquilar a todos los que se saliesen de su ortodoxia. Para Orwell fue un shock; él creía ingenuamente que iba a encontrarse con la solidaridad de todas las izquierdas enfrentadas Franco. Descubrió cuál era la lógica de la mentalidad soviética y vio a muchos de sus camaradas y amigos convertirse en víctimas de esa política. Descubrió la paranoia y la traición y empezó a pensar que el estalinismo y el nazismo se parecían más de lo que se creía en ese momento. La experiencia de temer por su vida y el desencanto al descubrir la brutalidad del comunismo, la certeza de que se mentía en su nombre de manera sistemática, en España y en el Reino Unido es la que llevó a 1984».

¿Alguien se acuerda de Tierra y libertad, de Ken Loach, de aquella película sobre el POUM y las Milicias Internacionales de inspiración orwelliana? Los meses en España crearon la imagen de santidad laica de George Orwell, el último hombre justo en la Barcelona de 1937, el escritor que aceptó convertirse en un paria por Rebelión en la granja y que compuso 1984 con su penúltimo aliento, mientras se moría de tuberculosis. Lynskey desmiente esa imagen. En una de sus páginas dice incluso que Orwell nunca habría podido escribir 1984 si no hubiese tenido «una vena brutal» en su carácter. «Tenía fantasías bastante violentas de lo que le gustaría hacer con sus enemigos», cuenta. «Había una parte de rabia en él. No era un santo, era complicado y contradictorio. Era un socialista con temperamento conservador en muchas cosas. Podía ser mezquino a veces. Pero la idea de alguien que se ofrece al dolor como lo hizo Orwell en España es muy poderosa. No fue el único escritor que lo hizo, muchos poetas tomaron ese camino, pero Orwell sigue siendo el símbolo. En realidad, para él, no importaba el heroísmo. Importaba el desencanto».

El ministerio de la verdad es también una lectura muy contemporánea de 1984, una interpretación que tiene que ver con los nuevos populismos y las redes sociales de 2022. Lynskey, en resumen, sostiene que 1984 identificó en 1948 el efecto devastador que tienen las políticas de destrucción de la idea de verdad. O’Brien, el agente del Gran Hermano, se vale de tecnologías invasivas para lograr que sus fieles dejen de creer lo que ven sus ojos… igual que los líderes populistas de hoy. «Esa es la lectura de Orwell que hacemos hoy porque apela obviamente a nuestro mundo. Lo que hace O’Brien es lo que hacen Trump, Bolsonaro, Orban y otros líderes populistas. Pero lo interesante es que cada generación encuentra en Orwell algo que habla de ella. En los años 70 y 80, el enfoque era el de la tecnología y la vigilancia. ¿Quién sabe qué interpretación se hará dentro de 20 años? Orwell pasó tantos años pensando y escribiendo este libro, 1984 reúne tantas cosas y es tan denso que nunca se agota».

«Orwell murió sin conocer el impacto del libro», termina el autor de El ministerio de la verdad. «No sabemos qué habría dicho de los años 50, de la socialdemocracia y de la UE. De alguna manera, esos fueron los proyectos de intelectuales que eran sus aliados y sus amigos, que compartían la idea de una tercera vía entre Estados Unidos y la URSS. que no aceptaron que el comunismo estalinista fuese la única alternativa al fascismo. Orwell anhelaba una democracia socialista verdadera, humana. ¿Es eso lo mismo que socialdemocracia que hemos conocido? Podríamos discutirlo. Orwell tenía un sentido de la justicia extrema y por eso criticó mucho a sus correligionarios del Partido Laborista. Creo que nunca habría sido feliz con lo que hubiera tocado vivir. Su visión era tan específica que era un socialismo de una persona». Y continúa: «Lo curioso es pensar cuánta gente radicalmente diferente se ha sentido identificada con 1984. Los únicos que lo han rechazado son los estalinistas y sus descendientes en la extrema izquierda, hasta hoy. Son los únicos a los que no les gusta Orwell, lo ven como reaccionario. En cambio, los asesores de Donald Trump citan 1984, cuando Orwell nunca habría estado de su lado. Bueno, todo el mundo quiere pensar que Orwell le habría respaldado. Yo preferiría no decir ‘Orwell habría pensado como yo sobre el Brexit o sobre lo que fuese’. Me lo puedo imaginar, pero es una frase equivocada desde su premisa».

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