Mientras los demás nos contentamos con observar la estrella polar desde los más diversos ángulos, el norteamericano Barry Lopez (Port Chester, 1943) solo ha tenido que mirar encima de su cabeza: estaba justo en el polo norte. Es uno de las decenas de detalles que aportan densidad y humanidad a Sueños árticos, un libro que desde su publicación en 1986, año en que ganó el National Book Award, se ha convertido en un clásico de la literatura de viajes y en el libro por excelencia sobre la región polar. Ahora, más de treinta años después, se publica en español por Capitán Swing, en la traducción de Mireia Bofill y una introducción del inglés Robert Macfarlane. El volumen compendia historia, antropología, biología, paisajismo, autobiografía y, sobre todo, una observación como la que solo se da cuando el autor se patea a fondo el territorio sobre el que escribe. Son esos cinco minutos extra, cuando todos se han ido, que citaba el periodista polaco Ryszard Kapuscinski. «Sí, eso es verdad. Yo también me quedo esos cinco minutos de más», coincide Lopez. «Cuando estoy con científicos lo que busco es gente que preste atención. Respeto a quien haya publicado muchos artículos especializados, pero busco a esa gente que se haya quedado cinco minutos más. No puedo trasladar al lector las imágenes de Sueños árticos a no ser que haya pasado mucho tiempo hablando con gente, a veces de nada. Los científicos son reticentes a la hora de hablar de cuestiones que no pueden respaldar con datos empíricos, pero a mí no me importa tanto, me importa saber lo que piensan como seres humanos», dice.
-También intenta saber qué piensan los habitantes del lugar. De quienes lo hacen en el polo dice que son el ejemplo de que se puede vivir bien y sabiamente con el entorno. -Sí, es posible. Ahí hay algo que aprender: qué es lo importante en la vida. Tener una familia, que te quieran y tú quererlos a ellos. Tener buena salud, esa es la clase de cosas que la gente entienden y desean. Buscar dinero o fama, los indígenas no lo valoran, no como ser parte de una familia y saber dónde estás, por decirlo así. En EE.UU. la gente no para de mudarse para conseguir un trabajo mejor, sacan a sus hijos de la escuela, venden la casa, y lo hacen para ganar más dinero, pero la gente tradicional no cree que eso sea muy inteligente. Prefieren quedarse en un sitio, conocerlo y conocer a la gente que vive allí. No sé dónde encajo en todo eso, pero me gusta mostrar respeto por la gente de comunidades tradicionales, porque tienen valores que el mundo moderno debe repensar. No lo estamos haciendo bien en el mundo moderno, y las comunidades tradicionales tienen algo que decir al respecto. Deberíamos escucharlos. -¿Hay que escuchar a los habitantes y también al paisaje? -Totalmente de acuerdo. Al leer los diarios de exploradores puedo ver cómo introdujeron un determinado punto de visto a los lugares que visitaron, pero estos lugares tuvieron tanto impacto en ellos que cambiaron la forma en que veían el mundo. Llevamos nuestras ideas a un lugar y luego el lugar nos impresiona tanto… es una educación. Te abre la mente. Cuando viajas te expones a diversas formas de conocimiento o paisajes aprendes, pero para ello debes saber escuchar. Hay mucha gente de mi país que viaja y cree que lo que visitan es solo una versión peor de América. No tienen la historia suficiente para comprender que otra gente sabe más y que el mundo es muy diferente de cómo se imaginaban. -Su presidente tampoco parece tener buen oído… -Es una situación muy triste que el presidente de los Estados Unidos sea tan ignorante. Toda esta gente se reúne en París, discuten y llegan a un acuerdo y luego Trump, que debería estar a la cabeza de todo, se larga. Me enfurece. No puedo ni pensar en ello. La política en Europa es un poco más sofisticada que en Estados Unidos. En España conoces lo suficiente su historia y hay referencias sobre qué evitar y los problemas que pueden surgir. Pero viendo este presidente que hemos elegido te preguntas: ¿cómo diablos lo ha conseguido? Y no tenemos ni idea. Los votantes se han frustrado con los problemas cotidianos y debieron de pensar que si elegían a este tipo sería más práctico y los resolvería. Pero es el peor presidente de la historia del país. «Todavía queda lugar para el descubrimiento»Aunque es conocido principalmente por Sueños árticos, Lopez es autor de una decena de novelas y media docena de libros de viajes. Ha recorrido ochenta países, entre ellos España: no en vano sus raíces familiares se remontan a los conquistadores. Según cuenta, «un hombre llamado Marín López construía los barcos de Cortez en México. Le dieron una tierra en Pinar del Río, al este de Cuba. Una parte de la familia se mudó a Cuba en 1524 y la familia se quedó allí hasta 1969. Las mujeres volvían a España para dar a luz». Durante la guerra de 1898 su abuelo dejó Estados Unidos y regresó a España, pero Alfonso XIII lo destinó a la corte de Saint James en Londres, de donde volvió a Norteamérica. Lopez nació en Port Chester, en el estado de Nueva York, pero cuando su padre biológico abandonó a la familia, su madre se casó con Adrian Lopez y se crio en California. En consecuencia, el escritor siente un gran interés por España y su historia, además de, lógicamente, su paisaje. «Me fascina el norte del país. En los Picos de Europa me quedé maravillado por la naturaleza. Muchos extranjeros solo conocen Madrid y Barcelona, pero no experimentas de verdad el país hasta que sales de las ciudades y te sumerges en el paisaje, que es lo que realmente ha moldeado a la gente», explica. -Pero en este tiempo en los que uno ya ve en Internet el hotel donde se va a alojar, lee las reseñas sobre los restaurantes, recorre virtualmente los lugares que va a visitar… ¿qué papel le queda a la literatura de viajes? ¿Hay lugar aún para el descubrimiento? -Sí, sí que hay. En el ordenador no puedes evadirte del mundo en dos dimensiones, igual que en los libros y las películas. Pero una vez llegas estás en tres dimensiones y todo es diferente. Las distancias tienen significado. Las cosas son diferentes. La información que no puede transmitir el ordenador: el ambiente, los olores, qué se oye, pájaros o tráfico. Cuando vas a los sitios que has visto te encuentras algo más grande, más real, y con descubrimientos por hacer.
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