Azad Cudi tenía 19 años (hoy roza los 40) cuando desertó del Ejército de Irán porque le obligaron a luchar contra su pueblo del Kurdistán iraní. Huyó al Reino Unido, donde se le concedió asilo y aprendió el idioma. Una década después, dejaba atrás su empleo en una televisión kurda de Estocolmo para regresar a Oriente Medio como trabajador social en Rojava. Hacía dos años de la guerra en Siria y los kurdos ponían los cimientos de esta nueva región autónoma del nordeste del país, basada en el confederalismo democrático y la igualdad de género, entre otros principios. Al poco de su llegada, el Estado Islámico les atacó y tuvo que volver a empuñar un fusil, pero esta vez combatía junto a los suyos.
“Era luchar o morir masacrados, no quedaba otra opción”, recuerda. Veintiún días de entrenamiento como francotirador, una puntería adquirida de niño, un temple innato, una cabeza bien amueblada y el convencimiento de “estar en el lado correcto de la historia” le convirtieron en uno de los cinco tiradores voluntarios que defendieron la ciudad de Kobane entre septiembre de 2014 y enero de 2015. Desde un lugar de Europa que por razones de seguridad no puede mencionar, el autor de Largo alcance (publicado hoy por Capitán Swing) responde por teléfono a La Vanguardia:
Kobane es un símbolo de la resistencia contra el EI, cuyo declive empezó allí. Usted dice que 2.000 combatientes kurdos derrotaron a 12.000 hombres. ¿Cómo lo lograron?
La voluntad y el deseo de luchar, de vivir libremente, son más grandes que los números. La voluntad de defender nuestra tierra y nuestro pueblo era fuerte, innegable e incuestionable. Ellos, en cambio, estaban en una posición diferente. Venían de diferentes lugares, no se parecían a nosotros, no pertenecían a esa tierra. Simplemente, vinieron a conquistar en nombre del Islam. Esa posición nos daba más fuerza para resistir porque estábamos en el lado correcto de la historia. En esta situación, uno puede enfrentarse a miles de invasores.
Yo no fui a matar a nadie, me estaba defendiendo. Fueron ellos los que vinieron a matarnos
Azad CudiFrancotirador kurdo iraní
En Kobane le rozaron balas, le estallaron proyectiles, le hirieron, perdió a ‘camaradas’… ¿Cuál fue la parte más dura de la batalla?
La parte más difícil fue ver a todos estos ángeles caer, seres humanos realmente asombrosos, hombres y mujeres muy inteligentes, muriendo y siendo heridos por la dignidad, la integridad y la libertad. Murieron físicamente, pero viven en nuestros recuerdos para siempre. Solo teniéndolos en mi cabeza puedo seguir adelante y continuar con mi vida.
En el libro revela que mató a unos 250 combatientes del EI
Estoy seguro, de forma muy precisa y clara, de muchos de los disparos que acerté, pero como francotirador, nunca puedes dar un número exacto porque disparas desde una larga distancia y hay veces que la bala atraviesa una pared y no sabes qué pasa detrás de ese muro, puede que le hayas dado, pero que la persona acabe sobreviviendo.
¿Cómo se vive con el peso de decenas de vidas humanas?
Personalmente, puede ser duro de llevar, pero cuando lo pienso en términos de la historia no es difícil. Habríamos sido masacrados, decapitados; nuestras mujeres, violadas y nuestra tierra, robada… Yo no fui a matar a nadie, en realidad, me estaba defendiendo. Solo estaba en mi lugar, entre mi gente. Fueron ellos los que vinieron a matarnos.
El francotirador mata a sangre fría. ¿Es más difícil que hacerlo en el calor de la batalla?
No. Probablemente, es más fácil porque no tienes que luchar con la persona que está enfrente de ti, viendo su sangre y su sufrimiento. Como luchábamos en la ciudad, a veces estábamos a unos seis u ocho metros del enemigo, y podía escucharlos sufrir por el dolor o incluso ver la mirada en sus ojos. Pero generalmente, los francotiradores, como disparamos a distancia y a cubierto, no tenemos esta experiencia. Solo cuando te paras a pensar en ello muy profundamente te das cuenta de que no es tan fácil. Pero para otros soldados que se enfrentan cara a cara con el enemigo, es muy distinto. Por ejemplo, cuando se quedaban sin balas, o el arma se perdía o congelaba, y tenían que empezar a luchar con las manos, estrangularse entre ellos o rematarse con piedras… Esto te afecta mucho más.
¿Qué significa Rojava para usted?
Es como mi segunda casa. Significa mucho más que solo la tierra de donde provengo, porque allí vi el color de la muerte y pasé por tantas cosas. Rojava tiene un lugar especial en mi corazón.
Al Bagdadi fue seguido y localizado por nuestra inteligencia: obtuvimos su ropa interior para la prueba de ADN
¿Qué ha sido del proyecto de Rojava?
Con el asesinato del líder del EI, Abu Bakr al Bagdadi, por parte de Estados Unidos, la situación cambió drásticamente. Rápidamente, EE.UU. se retiró y permitió que Turquía invadiera algunas partes de Rojava en nombre de la seguridad. Y eso que Al Bagdadi fue seguido y localizado por nuestra inteligencia: obtuvimos su ropa interior para la prueba de ADN, así que imagina lo cerca que estuvimos. Pero una vez los americanos terminaron el trabajo, dejaron de apoyarnos. Y no solo eso, sino que dejaron que Turquía atacara aquello por lo que luchamos. Lee también
¿Sienten que EE.UU. les ha traicionado?
En cierto modo sí, aunque también sabíamos que todo país busca su propio interés. La revolución ha traído muchos cambios a la región donde vive la población kurda y está mucho mejor que otras partes de Siria. Pero no hay un reconocimiento internacional de las municipalidades dirigidas por los kurdos. Y Turquía, que tiene el segundo ejército más poderoso de la OTAN, dispara misiles y usa drones para matar a políticos y maestros. Y la comunidad internacional, incluso los medios de comunicación de EE.UU. y Europa, miran para otro lado. Aquellos combatientes libres que lucharon contra el Estado Islámico y sobrevivieron están siendo asesinados por Turquía.
Turquía ha culpado a la milicia kurdosiria YPG por el atentado de Estambul del 13 de noviembre. En concreto, dice que la orden vino de Kobane…
Harán cualquier cosa para tener una excusa para atacar Kobane, están desesperados por atacar la ciudad. Desde Turquía nos culpan de todo. Matan a muchos de nuestros líderes en Rojava y aun así siguen culpándonos de lo que pasa en su país.Lee también
Ha pedido que no revelemos su identidad (Azad Cudi es su nombre de guerra) ni el lugar donde vive. ¿Teme por su vida?
No, pero ya viste lo que le pasó al profesor que fue degollado en Francia o al escritor apuñalado en Nueva York. Estos islamistas pueden convertirse en unos fanáticos detrás de sus ordenadores y querer matar a alguien con el fin de ser glorificados. Vivir anónimamente me da la posibilidad de vivir libremente sin tener que ir vigilando por encima de mi hombro todo el tiempo. Pero no tengo miedo, solo soy precavido.
Mahsa Amini, la mujer cuya muerte ha encendido las protestas en Irán, provenía del Kurdistán iraní, como usted. ¿Cree que su muerte ha hecho ganar más simpatía a la causa kurda entre la población iraní?
Cuando se trata de la población iraní, ya sea monárquica, izquierdista, demócrata o islámica, todos tienen la misma política: quieren el control total de la frontera y que el Kurdistán esté dentro de ella. Nunca dirán ‘sí’ a la independencia o al confederalismo del pueblo kurdo incluso dentro de Irán. La empatía es temporal. Sienten empatía por una mujer que ha sido asesinada, pero eso no llevará a permitir que los kurdos tengan su libertad. No soy muy optimista al cambio. ¿Te acuerdas de los vídeos de policías españoles arrastrando a mujeres de las escaleras en Catalunya (el 1 de octubre de 2017)? Todo el mundo en Europa se solidarizó con la manifestación pacífica de los catalanes, pero Catalunya no obtuvo nada de la empatía internacional: políticos catalanes siguen exiliados en Bruselas.
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