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Audre Lorde, la gran pionera de la interseccionalidad

Por Ethic  ·  28.07.2023

La interseccionalidad y sus estudios se han popularizado en los últimos años, donde aspectos como la desigualdad de clase, raza, edad, género o origen se contemplan de forma entrelazada y conectada, afirmando que una discriminación no se puede comprender sin la otra. Sin embargo, esta propuesta no surge de la nada. Antes de ser llamada interseccionalidad, ya existían lecturas y contribuciones intelectuales sobre la forma en la que un mismo sujeto se enfrenta a sus diferentes opresiones. Audre Lorde es, seguramente, una de las pioneras en este campo.

Nacida en Nueva York en 1934, Audre Lorde es una de las grandes referentes del feminismo negro norteamericano. Esta luchadora para los derechos civiles de las personas afrodescendientes y caribeñas utilizó la escritura para reivindicar las opresiones que vivió en su propia piel, y desarrolló, junto a muchas otras, una forma de expresión sanadora a partir de sus palabras, que llegaron y siguen llegando a millones de personas alrededor del mundo. Lorde siempre se comprendió como una outsider, como alguien que se crea, articula y comprende desde los márgenes de una sociedad que no la ampara.

Por ello, textos como su biomitografía, Zami, traducida y editada por Capitán Swing recientemente, representan una de las piezas más únicas de la autora, que exponen de forma compacta toda su trayectoria. «A menudo me he preguntado por qué me siento siempre tan cómoda en las posiciones más distantes; por qué los extremos, aunque difíciles y a veces dolorosos de mantener, me resultan siempre más cómodos que el entorno de una línea bien recta situada en el liso centro», escribe en ese libro.

Lorde se involucra en movimientos de liberación de las mujeres y de derechos civiles

Lorde no solamente era mujer y negra, también era lesbiana y pobre, y utilizó la diferencia para expresarse desde ella dando para dar voz a aquellos sujetos que, por la forma en que estaba ordenada la estructura social, no tenían. Lorde se graduó del Hunter College en 1954 y en 1961 empezó un máster para ser bibliotecaria, profesión que desempeñó durante muchos años antes de dedicarse completamente a la escritura.

En la década de los sesenta Lorde empieza a involucrarse en movimientos de liberación de las mujeres y de derechos civiles. Durante esta época funda la Women’s Coalition de Santa Cruz en las Islas Virginia, donde ayuda también a establecer la National Black Feminist Organization en 1973. Entre los múltiples temas que aborda en sus textos, Lorde se centra en aspectos como la identidad, la sexualidad o la justicia social. De estos ideales y premisas surgen obras como Unicornio Negro, Sister Outsider o uno de sus más conocidos, Cables de la ira.

Zami es el nombre que en Carriacou que designa las mujeres que colaboran como amigas y amantes, expone en su biomitografía. Su vida amorosa y su siempre presente legado personal y familiar dotan de significado este vocablo para llevarlo a sus últimas consecuencias en un momento donde su condición queer estaba prohibida y perseguida. Conocer a lesbianas nunca era fácil y su vida sentimental se veía reducida a grupúsculos marginales. Más aún para una joven escritora negra.

En 1984 escribió una de sus más celebradas obras, Las herramientas del amo nunca desmantelaron la casa del amo, en 1984. Lorde impugna al centro gritando desde los márgenes, de forma tajante pero consciente de su condición de outsider. Y lo hará a través de la literatura, un arma blanda para reivindicar aquello que gritando no llega a los corazones. La empatía y las palabras bien posicionadas pueden generar mucha más empatía desde la aceptación de la propia identidad y el testimonio de las experiencias vividas. Por ello, la poetisa dirá que deja en esta vida dos cosas hechas por ella misma: poesía y descendencia.

Después de dos cánceres y de un doloroso proceso, muere en 1992 en Santa Cruz, en las Islas Virginia, dejando un legado de activismo, lucha y compromiso social que llega hasta día de hoy. Lorde ha devenido, con los años, un ejemplo de lucha, fuerza y coraje que es constantemente y necesariamente actualizada en los movimientos feministas y de liberación sexual, dejando que los gritos desde los márgenes ayuden a conformar un nuevo ideario colectivo donde la interseccionalidad contribuya a la formación de nuevos imaginarios colectivos más justos e inclusivos.

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