Durante un año, Talia Lavin (32 años, judía, bisexual, neoyorquina) se infiltró en los foros más escalofriantes de internet para desvelar los discursos y estrategias de evangelización del nuevo extremismo. Su investigación se publica ahora en el libro La cultura del odio (Capitán Swing), y lo cierto es que ninguna página tiene desperdicio. Saber cómo operan incels, nacionalsocialistas, cristianos extremistas y Proud Boys produce verdaderos escalofríos. Por ejemplo, cuando Talia comprueba que un canal de propaganda especialmente violenta en YouTube está dirigido por una adolescente de 14 años. Nada es lo que parece en los bajos fondos digitales donde, como nos contaba una viñeta de The New Yorker allá por 1993, podríamos estar interactuando con un perro sin enterarnos.
Talia Lavin comenzó a investigar los discursos y espacios digitales de la derecha más ultra cuando unos radicalizados Proud Boys negaron la existencia del Holocausto. No es ninguna exageración: esta semana la actriz y estrella de televisión Whoopy Goldberg ha sido suspendida durante dos semanas por decir en su programa que el genocidio nazi no tuvo nada que ver con la raza: sencillamente había sido un asunto entre blancos. «Ninguno de nosotros es inmune a la propaganda y cuanto más nos aferramos a los estereotipos menos entiendes el problema», ha explicado Lavin en una entrevista reciente. «Aunque la gente crea que los supremacistas son perdedores sin trabajo ni vida, son gente totalmente normal que podrías encontrarte en el súper o en el cole de tu hijo».
Uno de los movimientos radicales más longevos y violentos de la red son los famosos incels, sufridores de celibato impuesto que le echan la culpa a las mujeres de su bajo atractivo afectivo-sexual. Talia Lavin recogió en La Cultura del odio algunas de las reglas que buscan imponer a las mujeres, de momento a las que están en su área directa de influencia.
1. No se permitirá a las mujeres llevar maquillaje, es decir, mentir sobre su belleza. De este modo, se logrará impedir que se cuesten con hombres que están por encima de su nivel.
2. Las mujeres solo podrán salir con hombres que en el mercado tengan el mismo valor sexual que ellas. El Estado deberá hacer pruebas obligatorias y todos tendrán que sacarse un documento de identidad: una tarjeta con su valor sexual en el mercado.
3. Cada vez que una mujer se acueste con un nuevo hombre perderá un punto en su tarjeta de valor sexual de mercado.
4. No habrá forma de subir de rango, salvo mediante el ejercicio físico.
5. Las mujeres con más de 9 parejas sexuales y las madres solteras deberán ser obligadas por el Estado a tener citas y mantener relaciones sexuales con ínceles que no hayan logrado conseguir a ninguna mujer a pesar de los cambios antes citados.
Ver artículo original