La escoria del Kremlin está reduciendo a esa misma condición a buena parte del espléndido patrimonio cultural de Ucrania. Algunas de sus ciudades ahora atacadas, destruidas o semidestruidas, empezando por su capital, Kiev, y siguiendo por Odessa y Léopolis, son de las más bellas de Europa. También lo es —mejor dicho, lo era—, Mariúpol, degradada por el criminal de guerra Vladimir Putin a un dramático esqueleto de vigas requemadas y socavones provocados por el lanzamiento de bombas y misiles.
De modo particular ha sufrido horriblemente durante este mes de asedio el patrimonio arquitectónico ucraniano. Muchos de los edificios históricos de sus grandes urbes ya no existen. Fueron construidos, en su mayoría, durante los años de plomo del Telón de Acero, largas décadas en las que los ucranianos resultaron esclavizados por la Rusia soviética de Stalin (el mayor genocida de la historia contemporánea), por Kruschev, Breznev, etc.PUBLICIDAD
Uno de los mejores expertos en la arquitectura de inspiración comunista, el escritor británico Owen Hatherley, ha trabajado un memorable estudio (‘Paisajes del comunismo’, recientemente editado en castellano por Capitán Swing).
La escoria del Kremlin está reduciendo a esa misma condición a buena parte del espléndido patrimonio cultural de Ucrania
En sus páginas, el autor nos invita a reflexionar sobre la arquitectura ucraniana de los años 50 a 80 del pasado siglo XX en clave de las escuelas artísticas nacidas de la Revolución soviética. No solo Odessa o Kiev, Jarson o Leópolis ocupan capítulos y fotografías; también los múltiples ejemplos de racionalismo, constructivismo, imperialismo, neoclasicismo, rococó, «brutalismo» o, sobre todo, de colectivismo desperdigado por lo que fue el Eje: Varsovia, Berlín, Praga, Budapest… Además de, naturalmente, en las principales ciudades rusas.
La toma del poder por parte del comunismo en todos esos países y a lo largo de buena parte del siglo XX tuvo una enorme influencia en la arquitectura urbana. Hizo o deshizo las grandes ciudades del Telón de Acero a imagen y semejanza de su ideología. Altísimos rascacielos, enormes plazas y bulevares, metros y urbanizaciones periféricas proliferaron como una reacción contra el capitalismo.
Gracias a Hatherley podemos viajar en el tiempo a aquel mundo, casi perdido, o destruido por Putin, de la arquitectura soviética.
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