Este periodista australiano ha llevado a cabo la investigación más minuciosa sobre la industria armamentística israelí, que se anuncia como probada en combate y se ha servido a dictaduras como la de Pinochet o la del apartheid sudafricano.
Durante su estancia como corresponsal en Israel, Antony Loewenstein (Melbourne, 1974), un periodista de investigación australiano, se interesó por la opaca industria del armamento y la seguridad israelí, y cómo no se habría podido desarrollar sin haber usado los territorios ocupados de Palestina como un macabro laboratorio de pruebas. Fruto de esa labor, ha escrito el libro El laboratorio palestino, recién publicado por la editorial Capitán Swing. Sus revelaciones adquieren una mayor relevancia ahora, en mitad de la brutal guerra de Gaza.
¿Cómo de importante es el sector armamentístico y de seguridad para Israel?
Lo es mucho. Israel es el décimo exportador de armas, y en 2022 su volumen de negocio ascendió a 12.500 millones de dólares —el sector, a nivel global superó los dos billones de euros—. Pero aún más importante es una póliza de seguros para Israel, consciente desde el inicio de la ocupación de Gaza y Cisjordania, en 1967, que muchos Estados se oponían a sus acciones. Pero al mismo tiempo, estas naciones querían contar con el apoyo de Israel en el ámbito de la seguridad, sobre todo para poder controlar a su propia población.
¿Y eso explica porqué la reacción internacional a la posible comisión de un genocidio en Gaza ha sido más bien tibia?
Exactamente. Israel ha vendido armas a unos 130 países, y muchos no quieren renunciar a ello. Un buen ejemplo son los Estados árabes. Casi un cuarto de las exportaciones de Israel fueron a las dictaduras árabes, como Emiratos Árabes o Arabia Saudí. Ningún Estado árabe ha cortado relaciones con Israel a causa de la guerra, y no lo harán. Se han limitado a condenar los abusos israelíes. Sus líderes están muertos de miedo ante la posibilidad de que se produzca una segunda Primavera Árabe. Quieren que Israel les ayude a protegerse de sus propias poblaciones.
De hecho, los acuerdos de normalización entre varios Estados Árabes e Israel que promovió Donald Trump, los acuerdos Abraham, en esencia, eran acuerdos de venta de armas. Además, no hay que olvidar que buena parte de los líderes árabes odian a Hamás, no les importaría que Hamás fuera destruido y desapareciera. Sobre todo, Egipto, que encarcela a miles de Hermanos Musulmanes.
¿Cree que esta industria se puede resentir en Israel por el fiasco a la hora de prevenir el ataque de Hamás en octubre?
De momento, no veo ninguna evidencia de que así sea. A causa de la invasión de Ucrania, los negocios de estas empresas se multiplicaron. Muchos países europeos han recurrido a Israel para cosas como sistemas anti-misiles. Y eso no cambiará. La venta de programas de ciberespionaje, como Pegasus, continuará creciendo. Las compañías están ahora probando drones suicidas, herramientas de Inteligencia Artificial, que se vende cómo una forma más eficiente y humana de hacer la guerra, pero es justo lo contrario.
El fallo del 7 de octubre no fue solo tecnológico, sino político e ideológico. Tenían información de los planes de Hamás desde un año antes, pero no hicieron nada porque pensaron que Hamás no podía hacerlo. Israel se convenció erróneamente de que puede ocupar otro pueblo de forma indefinida, y este pueblo no se rebelará.
¿En qué ha contribuido la ocupación de los territorios palestinos al desarrollo de esta industria puntera?
Ha sido fundamental. Muchos países venden armas, pero lo que es único en el caso de Israel es el hecho de haber ocupado durante tanto tiempo un pueblo en su patio trasero. EE UU utilizó Iraq y Afganistán para probar sus nuevas armas. Pero fue durante un tiempo limitado, y lejos de casa. Sin embargo, Gaza está solo a una hora y pico de Tel Aviv. Palestina es para Israel un laboratorio permanente de nuevas armas, de programas de vigilancia. De hecho, la experiencia de la ocupación incluso es utilizada como marketing por parte de estas empresas.
¿Entre los principales clientes se cuentan algunas dictaduras?
Sí, incluidas las dictaduras más brutales o incluso regímenes que han cometido genocidio. Y para mí, como judío, que perdió a buena parte de su familia en el Holocausto es indignante. Se tiene una conciencia más o menos extendida de que la política exterior de EE UU ha apoyado a los dictadores más sanguinarios, pero lo mismo no sucede con Israel, en parte, porque esas relaciones han sido secretas. Pero ahora sabemos que Israel fue el principal proveedor de armas de estos regímenes.
¿Puede poner algunos ejemplos?
Se sabe que Israel tuvo una estrecha relación con la Sudáfrica del apartheid hasta el final, y eso explica la posición de Sudáfrica en la ONU, pero no tanto que fue el principal proveedor de armas a Pinochet cuando su Gobierno cometía sus peores atrocidades. Y lo hemos sabido recientemente, por la desclasificación de documentos de la CIA. Israel también fue el principal proveedor de Guatemala en los años 80, cuando llevaba a cabo un genocidio contra la población indígena. Más recientemente, incluso después de que la ONU declarara que Myanmar ha cometido un genocidio, Israel le ha continuado vendiendo armas.
Eso dice poco de la democracia israelí…
Efectivamente, la industria armamentística en las últimas dos décadas ha recibido del Gobierno todas las licencias de exportación que ha pedido, y tampoco los tribunales han intervenido para impedirlo. Israel solo es una democracia para los judíos, porque los no judíos en Israel son ciudadanos de segunda, y los palestinos de los territorios ocupados viven en una dictadura. Hay una obsesión en Occidente con Netanyahu, pero el problema va más allá de él. Hay un amplio consenso en el país, incluida la oposición, en el mantenimiento de la ocupación, en cómo se está conduciendo la guerra en Gaza, a pesar de que podría ser un genocidio.
Pero en la sociedad judía hay movimientos que se oponen a ello, ¿son ellos la esperanza?
La única forma de que esto cambie es a través de la presión internacional. Ciertamente, hay grupos, incluso entre la derecha, que creen que el hecho de que Israel, fundado de las cenizas del Holocausto, venda armas a las peores dictaduras, algunas incluso genocidas, es horroroso. Pero son una minoría. Sin presión, sanciones, movimientos de boicot como el BDS, etc, nada cambiará. En el futuro, podrían haber órdenes de arresto contra generales o ministros por parte de algunos países. ¿Se les podrá juzgar? Ya veremos. Pero es importante acabar con el sentimiento de impunidad total imperante en Israel.
En Palestina, algunos confían en que el ascenso de nuevas potencias globales en detrimento de EE UU pueda ayudar su causa, pero visto el comportamiento de India, no es algo seguro…
Antes de que el actual líder, Narendra Modi, ascendiera al poder hace diez años, India era un país más bien propalestino. Todo eso ha cambiado con Modi. India compra una ingente cantidad de armas israelíes, y ahora los dos países son estrechos aliados. India se está volviendo un país peligrosamente fundamentalista, y Occidente está ignorandolo porque considera Nueva Delhi un aliado clave en su pugna con China. India es un país importante, el más poblado del mundo y la mayor democracia del planeta, pero su evolución es peligrosa Muchos responsables indios admiran lo que Israel hace en los territorios palestinos, y les gustaría hacer lo mismo en Cachemira. Desde el 7-O, el Gobierno indio ha dicho que apoya incondicionalmente las acciones israelíes en Gaza. Y no es sorprendente porque India sitúa su lucha contra el “extremismo” bajo un mismo prisma que el israelí.
Las grandes empresas tecnológicas y Silicon Valley han censurado y prohibido agresivamente el contenido pro-palestino desde el 7-o, a menudo bajo la dirección y presión del gobierno israelí
Una de las alianzas más curiosas es la de Israel con la extrema derecha…
Sí, Israel se ha convertido en un modelo para la extrema derecha europea. Y es algo surrealista porque estos ultraderechistas son antisemitas y neonazis. A veces cuando lo denuncio, la gente reacciona sorprendida, pero tiene sentido. Esta gente odia a los judíos, pero admiran de Israel su identidad etnonacional, el hecho de que Israel priorice a los judíos sobre cualquier otro grupo. Ellos también quieren crear su propio Estado etnonacionalista, blanco, cristiano, etc. Su enemigo común son los migrantes y el islam. Los líderes del partido neonazi de Suecia, que es muy influyente, fueron recibidos por el Gobierno israelí, se les podía ver encajando las manos, sonrisas, etc. Dijeron que “compartían valores comunes”. Y yo me pregunto: ¿qué valores pueden compartir? Odio del islam …
Es importante resaltar que soy judío, y para mí, como judío, 80 años después del Holocausto que mató a buena parte de mi familia, que se haga la vista gorda ante esta alianza de Israel y la extrema derecha global es indignante y vergonzoso. Ese comportamiento nos hace a todos los judíos más inseguros y vulnerables. La idea original del sionismo era que los judíos podrán sentirse seguros solo después de la creación de Israel. Pero resulta que las acciones ahora de Israel, como la ocupación o la brutal reacción al 7-o, no dan mayor seguridad a los judíos, sino todo lo contrario.
Hace tiempo que se ha denunciado que las grandes compañías tecnológicas, como Facebook o Whatsapp, son hostiles a la causa palestina. ¿Cuál ha sido su comportamiento en la guerra actual?
Las grandes empresas tecnológicas y Silicon Valley han censurado y prohibido agresivamente el contenido pro-palestino desde el 7-o, a menudo bajo la dirección y presión del gobierno israelí. Sin embargo, a pesar de esto, yo diría que es una estrategia perdedora para Israel y de sus partidarios porque la opinión pública está fuertemente a favor de los palestinos en muchas naciones del Norte y del Sur Global. Israel ha creído durante mucho tiempo que la mejor manera de convencer a la gente de su causa son mejores relaciones públicas, pero las imágenes de la matanza masiva en Gaza hablan por sí solas. Millones de personas en todo el mundo entienden ahora que el gobierno israelí y muchos ciudadanos israelíes apoyan la deshumanización y destrucción en curso de las vidas y las infraestructuras palestinas.