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Antonia Santiago, ‘La Chana’: “Dejaré de bailar cuando me muera”

Por El Mundo  ·  30.03.2018

Antonia Santiago, La Chana. Barcelona, 1946. Es una fuerza de la naturaleza que canaliza la pureza del flamenco como nadie, incluso con las piernas rotas. En el libro Bailaora (Capitán Swing) desgrana su vida, dura como pocas.

Me dijo Rafael Amargo que un día sintió que golpeaba el suelo y el suelo no le respondía. ¿A usted le ha pasado?
El sonido del suelo es natural, pero la emoción está en el corazón. La verdad sale cuando improvisas: la improvisación es lo único que está por debajo de Dios.

¿Cómo es el trance que siente al bailar?
Te lleva a un sitio fantástico, a la velocidad del rayo. Cuando el corazón late y la sangre fluye, todo sucede. Al flamenco no le hace falta nada: sirve para tus penas, tus alegrías, para dar las gracias y para protestar. Puedes usar el flamenco para otras cosas, pero el flamenco es puro, no necesita a nadie.

¿Qué se siente bailando en una silla?
Lo mismo que de pie, porque bailando saboreas el bien y el mal, el blanco y el negro, sientes que estás viva. Me peleo con los cantaores para que los repiques me salgan del alma. Si es así, la gente llora con lo que hago.
Es que usted ha sido para parte del público tan importante como Carmen Amaya.
Sí, pero no entiendo por qué lloran. Creo que no soy ni la mitad de lo que dicen de mí, y no lo digo por falsa modestia, antes de mentir prefiero morirme
Mentir es pecado y usted es creyente.
Yo creo en Jesucristo, pero no en los curas. Antes de bailar, hablo con Jesús. Quiero que me dé la fuerza de dios para poderle hablar al mundo. Cuando lo que haces sale de la abundancia del corazón, no te equivocas.

¿Ha podido tratarse de los pies, hay alguna solución para su problema?
[Muestra la cicatriz que tiene en el tobillo izquierdo] Se me abrió el pie de tanto pegar al suelo, me lo tuvieron que taladrar. Y tengo las rodillas mal. No puedo bailar de pie, pero al menos puedo enseñar a mis alumnos. Quiero enseñar bien y en mi tierra, porque el flamenco está cambiando rápidamente y no quiero que se pierda lo que siento.

¿Qué tiene que pasar para que no baile?
Que me muera.

Dijo Camarón que nadie podía cantar, bailar o torear mejor que un gitano. ¿Es así?
Nos han perseguido desde los Reyes Católicos. En un teatro de Múnich paré la función para decir que Hitler fue un asesino de gitanos y nunca he recibido un aplauso más grande. No es que bailemos mejor, es que tenemos un sentimiento desde hace siglos.

También hay parte de orgullo, ¿no?
Me ven poco gitana porque soy rubita, pero sería lo mismo si fuera morena y me hiciera un moño. Decía el Terremoto: habrá quien cante mejor, pero no hay nadie más gitano.

LA ÚLTIMA PREGUNTA: ¿Y cuál es su mejor plato?
El ministro de Cultura, que me dará un premio el 8 de abril [Premio a la Cultura Gitana, categoría de Artes Escénicas], se enteró de que hago bien la paella. Todo el mundo lo dice. Yo creo que hago mejor el estofado, con la picadita y los piñones, pero él me pidió que le hiciera paella.

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