Anna Freixas: «Ser vieja es haber llegado a un punto de la vida sin haber muerto, no tiene por qué ser peyorativo»

Por 20minutos  ·  16.11.2022

«Quizás será obligado reconocer que nos hemos hecho viejas. Es curioso eso de la vejez, tan evidente y que a la vez puede resultar tan falso, al menos como sensación. Ni me ha gustado nunca el término, ni nunca lo he sentido como tal, pese a mis 77 años. Durante mucha parte de mi vida he estado acostumbrada a que era la joven, la pequeña dentro de los grupos a los que me iba incorporando, encaramándome a un mundo de mayores. Ese proceso ascendiente pasó, sin duda, pero ha marcado mi trayectoria. Incorporarme a la cabeza de una candidatura en marcha con miembros que podrían ser mis hij@s quizás constituyó un aldabonazo de realismo. Era sin duda la mayor y con diferencia. Sin embargo, ni aun así me sentí distinta. Era la de siempre. Mi cuerpo es diferente, está más deteriorado, más arrugado, pero yo en mi yo más íntimo no me siento diferente. Creo que es bueno. En símil deportivo se diría no tirar la toalla». Estas palabras son de Manuela Carmena, que firma el prólogo del libro Yo, vieja (Capitán Swing). 

En su texto recuerda el momento en el que siendo alcaldesa, ante una de las recurrentes concentraciones de protesta delante del edificio del ayuntamiento, se topó con un grupo de alborotadores que le gritaron «¡Vieja, vieja, vieja roja!». «Esperé a que acabaran de gritar y los saludé cordialmente. La sorpresa los calló. Les dije que sí, que, aunque ellos habían utilizado lo de vieja como insulto, no lo era. Efectivamente, estaban en lo cierto, yo sí era vieja. Sin embargo, en términos más empáticos, yo era efectivamente una señora mayor que, les añadí, podía tener alguna ventaja».

El siglo XX nos ha regalado 30 años extra de vida: es el momento de tomarlos no como una condena, sino como un logro

¿Quiere Anna Freixas, con el título de su libro, desestigmatizar el término? «Claramente es tratar de resignificar el término e intentar desestigmatizarlo. Ser viejo es llegar a un punto del ciclo vital en el que no te has muerto. Quiere decir que has vivido muchas cosas. No tiene por qué ser peyorativo. De hecho, hay cantidad de adolescentes que tienen vidas horribles y viejas y viejos que están estupendamente. Dado que el siglo XX nos ha regalado 30 años extras de vida, es el momento de tomarlos no como una condena, sino como un logro. Llegar a vieja es una suerte. Se utiliza negativamente y entre todas y todos tenemos que otorgarle el significado que tiene: un viejo o una vieja es una persona que ha vivido muchos años», dice contundentemente.

Tras la charla impartida en el Festival Literatura Expandida, impulsado por Rata Corner e INNSiDE by Meliá, muchas mujeres se le acercan confesando estar emocionadas al oír sus palabras, algo que siempre le sorprende, pues su discurso está repleto de humor. «Se trata de que entre todas encontremos una manera de estar en el mundo en la que podamos mostrarnos. Yo me miro al espejo y digo: ostras tía, esta soy yo. Las viejas somos todas, porque a todas las edades somos las viejas que seremos. Siempre ha existido la idea de que las viejas y los viejos no son seres interesantes. Quizás en otro tiempo era así, porque es cierto que no tenían acceso a la cultura, pero este no es el problema en la actualidad. Ahora hay un montón de viejas super formadas».

La sexualidad en la vejez no es un mandato

Cada vez es más habitual el discurso del renacer sexual en la vejez, pero llegados a este punto, Freixas quiere hacer una apreciación al respecto en cuanto planteamos esta idea.

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«Evidentemente, vivimos con sexualidad, y en este sentido las mujeres lo tenemos mejor en cuanto a nuestro equipamiento sexual, aunque por otro lado, ellos tienden a buscar chicas, lo cual es una tremenda estupidez… ¡Pero ya se lo arreglarán ellos por su parte! Al hablar del hecho de que podamos tener sexualidad, creo que es esencial señalar que no hace falta: tampoco es un mandato. Sí, hemos descubierto que podemos disfrutar de la sexualidad y la hemos desestigmatizado pese a que la sociedad no lo pone fácil… Sin embargo, hay que tener cuidado: la vida nos ha regalado 30 años extra para que los vivamos como queramos, no con nuevos mandatos. Nos pasamos nuestra existencia con mandatos, por lo que no tenemos que llegar a la vejez con más torturas», asegura.

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Josefa Feitosa es una brasileña sexagernaria que se hizo viral al vender sus muebles, negarse a hacerse cargo del cuidado de sus nietos y emprender un viaje alrededor del mundo asegurando que las abuelas no tienen que criar. Sin duda, Freixas aplaudiría su postura. «Cuando las chicas les piden a sus madres que cuiden de sus criaturas, estas abuelas que cuidan están retrasando la negociación una generación. Cuando cuido a esa criatura, impido que mi hija negocie con su pareja. Estamos impidiendo que la sociedad avance, porque los chicos tienen que implicarse en la crianza». Pese a todo, según una encuesta de la Fundación Alares Solo, durante las vacaciones de verano, el 60% de las familias recurrió a los abuelos y abuelas para el cuidado de sus hijos.

Nos llama la atención toparnos en el cine con mujeres de más de 50 años con arrugas, pues la tiranía de la juventud ha hecho del botox la varita mágica de la gran pantalla. Anna lucha contra la invisibilización de las personas mayores, aunque cree que hay quienes por su parte, se retraen, tratan de pedir perdón por existir y no se afirman. Ante esta idea, Freixas comenta que mientras pese a ser las pobres del planeta, las mujeres sigan gastando el dinero en sostener un imaginario que se nutre de sus inseguridades, las cosas no avanzarán como es debido.

Desde Saramago hasta Neruda, son muchos los poetas que han rendido homenaje a la vejez, y hoy queremos seguir dando voz a mujeres que como Anna Freixas, luchan para frenar la invisibilización de las personas mayores en una sociedad obsesionada con la juventud y más empeñada en borrar las huellas del paso del tiempo que en disfrutar, como dijo Saramago, de poder fijarse con calma en las cosas con el afán de seguir creciendo.

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