10º Aniversario
¡El capitán cumple diez años!
descúbrelo

Anna Freixas: “La menopausia puede ser un momento de mayor felicidad sexual”

Por Cordópolis  ·  25.02.2018

Anna Freixas (Barcelona, 1946), psicóloga y feminista, tiene una pasión: poner encima de la mesa temas de los que no se habla y ver qué pasa. La sexualidad en la mujer es uno de sus campos de trabajo. Un combo de tabúes que ya de por sí puede incomodar a más de uno -y una- pero al que ha añadido un tercero, el proceso de envejecimiento, en su última obra: Sin reglas (Capitán Swing, 2018).

Tras este impagable título se explora un terreno ignoto para buena parte de la ciencia, aunque inevitablemente explorado por todos a medida que nos hacemos mayores. ¿Cómo viven la sexualidad las mujeres al adentrarse en la vejez? ¿Cómo lo hacen sus compañeros y compañeras de cama? ¿Qué papel juega la sensualidad cuando se está sola? ¿Y qué grado de libertad otorga la experiencia vital y el conocimiento de una misma a la hora de encontrar nuevos caminos de relaciones nunca antes seguidos?

Freixas nos cita en Modo. Con el acento catalán que nunca ha perdido a pesar de llevar media vida en Córdoba -donde ha enseñado en la Facultad de Ciencias de la Educación hasta su jubilación- mantiene durante 60 minutos una charla con CORDÓPOLIS sobre aspectos tratados en su libro pero también sobre el renovado y reforzado feminismo actual. Una hora en la que, sobre todo, flota en el ambiente una sensación y una idea: la madurez puede ser un momento de serenidad y felicidad muy interesante también para la sexualidad de la mujer, esté o no acompañada de hombres o mujeres.

PREGUNTA. Sexualidad es una palabra femenina. ¿Por que se ha estudiado tan poco en el caso de la mujer?

RESPUESTA. La sexualidad en nuestro país -en otros se ha estudiado mucho más- ha tardado en abordarse porque ha estado marcada por todo el periodo franquista y la educación tan judeocristiana, católica, apostólica, romana y castigadora con respecto al enorme tabú de la sexualidad. Esto ha sido crucial para que la sexualidad no fuese estudiada. Ni la masculina ni la femenina. Pero ésta aún menos porque, además del tabú religioso, ha habido el mandato patriarcal por el cual las mujeres no teníamos sexualidad. Éramos vírgenes o putas.

P. Si a la palabra sexualidad añadimos madurez, ¿es un doble tabú?

R. Claro, desde luego. Y si además añades la palabra femenina, más aún, porque el tabú de la sexualidad incluye que, con la edad, el deseo sexual desaparece. Pero te repito lo de antes: para los hombres ha habido un código y un espacio más alto por el que se les permitía tener una sexualidad más longeva. Y si se pasaban un poco de la raya, eran incluso los viejos verdes. Pero en el caso de la mujer, si unes los términos sexualidad, madurez y femenina, se convierte en un imposible. Aquí entra también el tema de la menopausia y en cómo, culturalmente, se ha considerado el fin de todo, ligando conceptos como deseo y capacidad reproductiva. Y solo estamos hablando de que termina la posibilidad de tener hijos, un hecho que para las mujeres, en cierta forma, es una enorme suerte. Por otro lado, culturalmente la menopausia ha estado asociada a un interés de los hombres -en otro tiempo muy acentuado, aunque ahora también- a tener relaciones con mujeres jóvenes.

Por el mandato patriarcal, las mujeres éramos vírgenes o putas

P. ¿Podrías resumir en una palabra lo que has aprendido con este libro?

R. Yo creo que felicidad es la palabra. Me ha producido una enorme felicidad el ver lo diversas y heterogéneas que somos; constatar que la sexualidad va del cero al infinito y que cabemos un poco todas en este punto. Eso me ha producido una enorme felicidad. El mundo es grande para las mujeres, puede ser grande para las mujeres mayores.

P. Qué pueden aprender las mujeres en general y las mayores en particular con tu libro?

R. No es un libro de autoayuda con recetas y con fórmulas. Ayer me encontré con una chica joven en la calle y me contó que estaba leyendo el libro: “No es un libro para personas mayores, es un libro para la gente joven”, me dijo. Así que para mí, en principio, la clave del libro es un capítulo que yo llamo Destapar la cazuela. Es decir, se trata de poner este tabú encima de la mesa y ver qué podemos hablar sobre este tema.

P. ¿Qué esperas que descubran los hombres que lean el libro?

R. ¿Los hombres? Bueno, yo creo que el libro les pude ayudar a comprenderse a sí mismos. Una de las cosas que me ha gustado mucho de las conversaciones con las mujeres es que no culpan a los hombres. Hay quejas pero no hay una culpa que implique que las cosas son como son por culpa de ellos. Sí creo que puede invitar a los hombres a conocer su propia sexualidad en una relación. En este sentido, quiero que este libro sea iluminador.

P. Tu libro, Sin reglas, coincide con todo un movimiento social feminista que está exigiendo un replanteamiento, precisamente, de las reglas del juego entre hombres y mujeres. El #MeToo.

R. Yo llevo muchos años en el tinglado del feminismo, trabajando sobre mujeres, tanto mayores como jóvenes, y soy consciente de que estamos en un momento muy importante. Existe un movimiento social, el feminismo, que tiene ciento y pocos años y que ha sido muy denostado en el equilibrio de fuerzas por el patriarcado que veía el peligro que suponía que las mujeres tuviesen derechos, opinasen o dijesen hasta aquí. Y en este momento, lo que encontramos es un nuevo reequilibrio de fuerzas en el que de nuevo el patriarcado se da cuenta de que tampoco le va bien la vida de esta manera. Puede que esté bien tener privilegios pero no a cambio de que tu relaciones sean de dominación, sumisión y que la otra persona esté bajo ti. En estos momentos, los chicos listos han visto que las mujeres son unas compañeras estupendas, estimulantes y muy creativas; comprueban que, acompañados de ellas, la vida les va mejor. Pero no en una relación de superioridad, no por encima de ellas. Yo soy optimista (risas) y creo que con este gran reequilibrio de fuerzas (a veces pienso que no es tal, en realidad, pero quiero creer que sí), sumado al hecho de que el feminismo esté de moda, son buenos síntomas. Sobre todo, teniendo en cuenta que, hasta ahora, el feminismo ha estado de ‘no moda’ o directamente estigmatizado. No olvidemos que había gente que llegaba a decir “yo no soy feminista pero creo en la igualdad”. ¡Entonces, eres feminista! Este reequilibrio es un momento superimportante. Hay gente que lo critica por el hecho de que pueda estar de moda. Pues bueno, mejor estarlo que no estarlo.

P. ¿Qué esperas de este movimiento?

R. Hay que tener en cuenta que este movimiento se ha circunscrito mayormente al mundo de las artes. Otros grupos profesionales tendrían más difícil la organización de un #MeToo. En un momento determinado de la vida hay personas que están en un punto en el que pueden hacer algo por las demás. Y a pesar de que estemos hablando del mundo de las artes, de este fenómeno van a aprender todas las áreas: los empresarios de cualquier campo. Todos ellos van a aprender en carne ajena que hay comportamientos y formas que no se pueden seguir. Mi esperanza es que ese movimiento generalice un cambio. Y que los hombres que practican estos comportamientos sepan que implican un rechazo social cada vez más claro. Y por parte de las mujeres que tengan claro que pueden defenderse y que eso que les ocurre no es el pago inevitable de su trabajo.

P. El #MeToo se produce cuando han pasado 50 años de la revolución sexual de la mujer. Pero comprobamos que muchos comportamientos machistas no han cambiado.

R. Aquella revolución sexual fue más a nivel individual. Fue un conjunto de muchas individualidades, si lo prefieres. Pero siempre se produjo en la intimidad de cada una, en sus líos en la cama con otras personas. Mientras que lo que está pasando ahora tiene un componente social y político mucho más importante. Hace unos años hablábamos de un movimiento más de puertas adentro pero el actual es más de puertas afuera. Nos encontramos ante un movimiento político que está calando a nivel social en la conciencia de los hombres y de las mujeres. Este movimiento ha podido surgir porque ha habido previamente años de luchas de las mujeres y de planteamientos y cuestionamiento de sus roles. Esto ha terminado fructificando en lo que ahora vemos.

El mundo puede ser grande para las mujeres mayores

P. Generacionalmente, las mujeres que protagonizaron aquella primera revolución son las protagonistas de este libro. ¿Cómo ha cambiado su sexualidad en su madurez con respecto a la de generaciones anteriores?

R. Por una parte, en estos años ha habido muchas mujeres pensadoras, feministas que han dedicado todo su trabajo a redefinir conceptos. Pero también ha habido hechos muy importantes, como la anticoncepción, que ha permitido que las mujeres tuvieran unas vivencias sexuales más felices y libres si las comparamos con quienes las precedieron. Por otro lado, tenemos los cambios de tipo educativo que se han extendido entre las mujeres en las últimas décadas. No es lo mismo cómo nos relacionamos si no hemos ido a una escuela o si hemos ido a la universidad. Y, en paralelo, no olvidemos cambios sociales clave como la ley del divorcio o del aborto. Han sido años en los que el feminismo ha puesto palabras a conceptos que no existían como el de violación dentro del matrimonio, eso. Ejemplos así, en tiempos de nuestros abuelos, eran imposibles. Esos cambios han permitido que las mujeres de todas las edades hayan podido vivir otras sexualidades.

Ver artículo original