Jordi Serrallonga nace en Barcelona (en 1969), pero no disfruta pisando asfalto (prefi ere la selva, el desierto y la costa). Se defi ne como un «primate nómada domesticado por la cultura», aunque en su biografía pondrá que es arqueólogo, naturalista y explorador. Seguramente, sostendría un fósil entre las manos cuando tropezó con el escritor y viajero Gabi Martínez. De este modo, germinaron dos cosas: la larga amistad que les une y el proyecto «Animales invisibles» (editado por Captain Swing y Nórdica), que acaba de materializarse en un libro homónimo escrito de forma conjunta y con preciosas ilustraciones de Joana Santamans. -Estoy en el Museo de Ciencias Naturales de Barcelona, preparando una entrevista con el Dr. Luis Enjuanes. -Bueno, en la historia científi ca de España hubo un momento donde todo lo que era participar en divulgación no contaba para currículum. Tenías que centrarte en publicar artículos especializados y escribir un libro sobre tus aventurillas por África no estaba «bien visto». Pero lleva años siendo algo muy común en el mundo anglosajón: lo hizo Jane Goodall, Ste phen Jay Gould, Hawking… todos ellos grandes científi cos y divulgadores. -El libro nunca ha pretendido ser un panfleto ni catastrofista ni naiv. Lo que queremos es que la gente refl exione porque, como no protejamosy empecemos a amar la biodiversidad, la única forma de ver animales será a través de la taxidermia o en la sección de Paleontología de un museo. -¿Cómo evitarlo? -No se puede proteger lo que no se conoce, pero lo que se conoce se ama y lo que se ama, se proteg e. De esto ya era consciente Félix Rodríguez de la Fuente cuando creó «los linces»: niños y niñas a los que iba a ver en persona para contarles esas historias que el resto estábamos deseando oír por la tele. Por eso, nos encantaría llevar este libro a colegios, institutos y universidades. También nos han ofrecido hacer exposiciones itinerantes, y eso me ha hecho casi más ilusión que publicar el libro, porque tod o s p o d e m o s convertirnos en «buscadores de animales invisibles», con la diferencia de que en el siglo XIX los cazaban y mataban. Este «ejército» los protegería. -A la vez, ¿no desea que los pocos ejemplares que queden permanezcan ocultos? -Sí, me pasa. Por ejemplo, cuándo estábamos en Madagascar buscando al lemur gigante, no lo encontramos, pero sí a un orador que nos aseguró que esta especie seguía viva. Nos sentimos muy emocionados, porque el éxito ya no es el hallazgo, el éxito es saber que está ahí y, de hecho, desear que no aparezca porque lo van a cazar o matar. Pensé: «Lemur, mejor mantente escondido». – Ojalá los libros que vengan después estén centrado s en animales extintos hace millones de años, cuya desaparición no sea culpa del ser humano. Ojalá no sean animales que estaban vivos el día anterior. Hoy tenemos un problema: nos creemos que está descubierto todo, pero aún queda mucho por explorar. Y peor: se están extinguiendo especies que no tenemos estudiadas ni clasifi cadas.
Ahora mismo, se puede haber extinguido una especie sin haber sido descubierta. Ya es terrible cuando lo hace una que conocemos… imagínate una que no.
-Me parece más pertinente preguntarle dónde está, antes de cómo está… -¿Un científico que entrevista? -¿«Animales invisibles» es un libro divulgativo? -Sí, aunque es difícil de catalogar. En las librerías va a ser el típico libroque no sepan dónde colocar. El otro día, de hecho, lo vi junto a uno sobre Cruyff y pensé: «Por fi n vamos a vender» [ríe]. Ahora en serio. Lo que pretendemos es divulgar la situación que atraviesan los invisibles mediante 51 ejemplos de animales que desaparecieron o están en riesgo de extinción. -El mensaje es claro…
¿Acabará el ser humano como un Animal Invisible? -Si al dinosaurio le hubieran preguntado si pensaba que iba a extinguirse hubiera contestado: «No, soyel ser más g rande y fuerte» del planeta. Nosotros igual, pero si seguimos mermando recursos naturalesy mermando la biodiversidad… podría ser. Para evitar extinguirnos hay que dejar de extinguir.
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