«Nadie antes había contemplado algo parecido». El siglo XVIII agonizaba cuando unos lugareños de la provincia de Buenos Aires se toparon con una criatura fósil cuyo «monstruoso» esqueleto y unas garras curvadas y afiladas, impresionaron al mismísimo Carlos III. El monarca ordenó «conseguir algún animal vivo, aunque sea pequeño, de la especie de dicho esqueleto, remitiéndolo vivo, si pudiese ser». Esos restos viajaron a Madrid y se clasificaron en el Museo Nacional de Ciencias Naturales. Tal es el magnetismo del Megaterio, un perezoso de cinco metros, que consiguió, más de 200 años después, despertar una sensación similar en Viggo Mortensen (autor del prólogo), que decidió unirse al proyecto de Jordi Serrallonga y Gabi Martínez, ambos encandilados por este «animal invisible».
El nexo entre Gabi Martínez, un escritor y viajero en búsqueda de historias para nutrir su literatura, y Jordi Serrallonga «un primate nómada domesticado por la cultura» -además de arqueólogo, naturalista y profesor universitario- es la curiosidad por los animales. «Gabi me pedía asesoramiento científico para sus obras y en un momento dado decidimos dar el paso», comenta Serrallonga en conversación con El Independiente. Aquella unión ha dado lugar a Animales Invisibles. Mito, extinción y vida, un libro que «sin ser un panfleto, invita a la concienciación».
El proyecto Animales invisibles surgió como una idea audiovisual, «orientada a documentales», explica Serrallonga. Una producción de esas características está repleta de barreras, por lo que Gabi y Jordi decidieron lanzarse a «un libro a cuatro manos». «Es la tarjeta de presentación de algo más grande. Tenemos en mente exposiciones, documentales y actividades de educación». El último de estos apartados se antoja como la fuente de la que beben el resto: «El mejor arma para luchar contra la pérdida de biodiversidad es el conocimiento. Es imposible proteger algo que no conoces. El saber ha de ser global y universal, y este libro aúna ciencia, literatura y arte», apunta Serrallonga. La publicación, de la mano de las editoriales Capitán Swing y Nórdica, cuenta con el trabajo de Joana Santamans, cuyas ilustraciones dan vida, color y forma a las ideas de Gabi y Jordi
«Imaginación y ciencia»
Serrallonga argumenta que «la extinción de una especie no es un hecho aislado (…) La naturaleza se equilibra sola y su conservación no es un mensaje bucólico o romántico, sino práctico». Además de la faceta científica, los autores ensalzan el papel de la imaginación. Uno de los fragmentos principales de la obra trata el mito: «Los animales míticos están en el imaginario popular y forman parte de nuestra cultura. Si desaparecen de la tradición oral, de un modo u otro, también se extinguirían».
La capacidad de imaginar propicia el cambio. Viggo Mortensen valora en el prólogo ese estímulo. «Lo que me llevo de este libro, sobre todo, es la importancia del viaje. Llegar al sitio soñado o por fin hallar un animal que siempre ha sido invisible para nosotros es lo de menos. El ejercicio de buscar sin garantías de encontrar lo que deseamos es un fin valioso en sí mismo». Serrallonga reconoce a Mortensen su papel en el proyecto: «Todo lo que toca lo hace bien».
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El explorador coincide con el actor en la importancia del viaje, más allá del desenlace. «No se trata de acumular destinos, muchas veces consiste en ir varias veces al mismo lugar para descubrir cosas nuevas». Serrallonga insiste en la necesidad de cuidar a las especies con las que compartimos espacio: «Valoramos poco lo que tenemos. Si no pudiéramos ver a las jirafas y las tuviéramos que imaginar, las trataríamos como hacemos con los dinosaurios(…) Tenemos la suerte de que están con nosotros e intentamos que las generaciones venideras sean conscientes de que somos una pieza más en la biodiversidad. La pérdida de la misma puede acabar con nosotros».
El científico sostiene este discurso en el libro a través de su vibrante descripción de la jirafa, uno de sus animales predilectos: «… las vimos correr en grupo. El mejor modo de corroborar que se trata del animal más parsimonioso y bello de la historia natural. Su trote característico, tan extraño como hipnótico, se asemeja a una película en cámara lenta. Una coreografía imposible de largas patas, coordinada con el balanceo de ese largo cuello que le permite arribar a las hojas de las acacias más altas».