Una cultura avanzada y sofisticada, con agua corriente y grandes conocimientos de las técnicas agrarias y del uso del titanio. En muchos aspectos, los índigenas de América eran mucho más avanzados que los europeos. Dicho de otra manera, cuando Cristóbal Colón cruzó el Atlántico y pisó tierra, encontró un nuevo mundo, no tanto por lo que llamamos descubrimiento, sino por un desarrollo, en algunos aspectos, superior al del viejo continente.
Lo explica el periodista estadounidense especializado en temas científicos Charles C. Mann en su libro 1491. Una historia de las Américas antes de Colón (Capitán Swing), donde rebate la idea de una sociedad precolombina inferior y subdesarrollada. Gracias a una investigación que aúna ciencia, historia y arqueología, Mann descubre una sociedad poliédrica, diversa y compleja.
Portada del libro de Charles C. Mann ‘1491. Una historia de las Américas antes de Colón’ / CAPITÁN SWING
“Los indígenas eran más avanzados que los europeos de diferentes maneras. Europa occidental avanzó en términos de fabricación de cosas como relojes, espadas o bombas. Pero las Américas tenían una agricultura más compleja y sofisticada”, explica el autor a Crónica Global. Por el contrario, el viejo continente “sabía cómo convertir el hierro en herramientas de una manera que los nativos americanos no sabían, pero estos sabían trabajar el titanio de los Andes y podían crear aleaciones metálicas que los europeos desconocían”.
Cuando los primeros europeos llegaron a América del Norte, intercambiaron ollas de metal que los nativos consideraban superiores por mocasines que los recién llegados creían mejores en muchos aspectos.BMW ServiceIntroduce tu matrícula y disfruta del mejor mantenimiento para tu BMWPatrocinado por BMW
Recreación de la historia de John Smith y Pocahontas
Mann considera necesario recordar que “estamos hablando del año 1500. Cuando pensamos en armas, pensamos en armas modernas, que van más allá de disparar más que un arco y una flecha. Pero eso no estaba tan claro para los primeros europeos, que no tenían rifles y sus armas eran imprecisas”.
Cuando el famoso explorador John Smith –su relación con la nativa Pocahontas ha generado un edulcorado material literario y cinematográfico– quiso impresionar a la tribu de los Powhatan “disparó su pistola a una gruesa tabla de madera. Sin impresionarse, un arquero Powhatan disparó al mismo tablón con un poderoso arco largo. La flecha penetró más profundamente”, relata el periodista.
La capital azteca de Tenochitlán, por ejemplo, tenía agua corriente y calles extremadamente limpias. Asimismo, los indios que vivían en El Beni (actual Bolivia) disponían de carreteras, puentes, canales, diques, pantanos y terrenos de cultivo elevados. Pero ¿quiénes son los responsables del silencio sobre esa riqueza cultural y económica?
La historia olvidada
“Muchas personas –responde Mann–. Después de la conquista, hubo una carrera por defenderla. Se decía que todo aquello estaba justificado por que los nativos eran moral y espiritualmente inferiores. Esto pronto se convirtió en afirmaciones de que también eran materialmente inferiores”, mientras que las crónicas iniciales de los primeros españoles, franceses, holandeses e ingleses que llegaron a las Américas y que pudieron rebatir esa teoría “fueron olvidadas o ignoradas”.
Cuadro que recrea la llegada de Cristóbal Colón a América
Sin embargo, el escritor considera que, en esas acusaciones de inferioridad tecnológica, la Iglesia Católica tiene menos responsabilidad. “La Iglesia tuvo mucho impacto en la conquista misma, pero no recuerdo haber visto muchas afirmaciones específicas de los líderes de la Iglesia sobre el nivel de progreso material”, precisa. Conocida es, y así lo refiere Mann en su libro, la denuncia que hizo el fraile Bartolomé de las Casas de la violencia de los conquistadores.
Expolio
Hablar de la conquista de América es sinónimo de un expolio de recursos naturales que, según Charles C. Mann, continúa actualmente, sumado a los ataques contra el medio ambiente.
“Las empresas buscan extraer cobre, antimonio y litio en tierras indígenas en el oeste de Estados Unidos. El Gobierno canadiense y las empresas petroleras están tratando de impulsar oleoductos a través de tierras indígenas en Canadá. Las operaciones ilegales de extracción de oro en Brasil están matando a los nativos y contaminando los ríos. Los pueblos del centro de México han estado luchando contra los mineros durante décadas, y solo en el último año los tribunales han afirmado que deben ser consultados antes de excavar”, denuncia.
Y así sucesivamente: “El impulso para extraer recursos continúa en todo el hemisferio, en países de habla hispana, inglesa y portuguesa por igual”.
Ver artículo original