Alex Vitale es profesor de Sociología y coordinador de un proyecto sobre policía y justicia social en el Brooklyn College de Nueva York, y lleva los últimos 30 años escribiendo e investigando la actuación de la policía. Sus postulados radicales resuenan en EEUU desde el asesinato de George Floyd, cuyo caso ha desencadenado un debate público sobre el comportamiento de la policía. Durante las tres semanas que ha durado el juicio contra el agente Derek Chauvin, que ha sido condenado por asesinato, más de tres personas al día han muerto a manos de la policía en EEUU.
Su libro El fin de la policía (Capitán Swing) se publicará en junio en España y en él argumenta que el abuso de los agentes “no se puede solucionar con una reforma porque tiene su origen en la decisión de entregar a la policía todos los problemas sociales” derivados de un “sistema neoliberal de explotación”.
La respuesta, según él, consiste en “un proceso de reducción del alcance de la policía y de su sustitución por alternativas”. El resultado final, dice, podría ser un modelo similar al inglés donde solo hubiese una pequeña parte de agentes armados para responder a un número muy reducido de casos.
¿Cuál es su análisis del veredicto en el caso de George Floyd? ¿Cree que cambiará algo en cuanto a la responsabilidad y la actuación policial?
Es importante entender el veredicto como resultado de la presión popular. El movimiento Black Lives Matter y las protestas del último año han creado una crisis de legitimidad fundamental en la actuación policial de Estados Unidos. Esto se puede ver en la decisión de la Fiscalía de procesar de una manera agresiva el caso, lo que no es habitual, y también en la decisión de la policía de Minneapolis de testificar enérgicamente contra el agente, lo que es extremadamente inusual.
A su vez, no deberíamos entender el veredicto como algo que vaya a producir un cambio profundo en la actuación policial estadounidense. Hemos visto este tipo de condenas poco habituales en el pasado y no han provocado ningún cambio significativo. De hecho, el discurso que viene de los agentes de policía y los líderes del Gobierno es que el sistema funcionó, que se trataba de una “manzana podrida”, un agente que ha sido despedido y condenado y que ahora se puede volver a lo que estaban haciendo sin tener que abordar los problemas subyacentes.
¿Están relacionados esos problemas con el propio origen de la policía?
Tenemos esta idea aceptada habitualmente que sostiene que la policía es simplemente un ejecutor neutral de un sistema legal que produce un orden social que beneficia a todos por igual. Sin embargo, si observamos los orígenes de la policía en EEUU y en el resto del mundo, a finales del siglo XVIII y principios del XIX, en realidad está ligada a regímenes legalizados de explotación: especialmente el colonialismo, la esclavitud y la fabricación de una clase obrera industrial.
La policía surge cuando surge la necesidad por parte del Estado de utilizar la violencia para gestionar de forma más eficiente y legítima las consecuencias de esos sistemas de explotación.
La primera fuerza policial moderna que se ajusta a la definición es la Guardia de la Ciudad de Charleston, en Carolina del Sur, que se creó para gestionar las poblaciones móviles de esclavos. Era un cuerpo civil profesional, uniformado y orientado a la aplicación de la ley durante las veinticuatro horas, cuyo trabajo principal era gestionar a los esclavos que trabajaban fuera de las casas de sus propietarios en talleres o almacenes.
Incluso la Policía Metropolitana de Londres, creada en 1829, utiliza el modelo de la ocupación inglesa de Irlanda. Sir Robert Peel, que creó la policía de Londres –Bobby es el diminutivo de Robert y de ahí lo de llamar a los policías bobbies– estaba a cargo de la ocupación inglesa de Irlanda y desarrolló la Fuerza de Preservación de la Paz de Irlanda como una forma híbrida de vigilancia policial para gestionar los levantamientos agrícolas en el campo irlandés. Después, tomó eso, lo modificó y lo utilizó en Londres para gestionar la afluencia masiva de trabajadores agrícolas que fueron desplazados por el movimiento de cercamiento [división de tierras comunales para uso individual privado]. Esta gente inundó las ciudades creando desorden y problemas de resistencia política y entonces se desarrolló la actuación policial para tratar de convertirlos en una clase trabajadora fija.
Y si el objetivo de la policía es defender ese sistema de explotación, ¿diría usted que la labor policial es entonces intrínsecamente racista?
No es necesariamente racista, salvo que estos sistemas de explotación siempre se han basado en la raza como factor central de organización. Además, esa noción de raza es cambiante a lo largo del tiempo. Por ejemplo, en el norte de Estados Unidos, durante los periodos de gran inmigración de hace 100 años, grupos como los italianos y los judíos, e incluso los irlandeses, no se consideraban blancos, sino que se les consideraba un grupo racial diferente.
Con el tiempo, estos grupos de Europa se convirtieron en “blancos”, la vigilancia policial se centró más en el creciente número de personas negras que viven en estas ciudades del norte y la policía se convierte en fundamental en el proceso de creación de guetos. La policía siempre ha formado parte de los proyectos raciales y, por tanto, contiene en su interior estos legados institucionales.
¿Entonces el objetivo de la policía es controlar comunidades desaventajadas?
Sí, gestionarlas. El objetivo del sistema es extraer riqueza de la manera más eficiente a través de procesos de explotación que casi siempre tienen que ver con la raza. Cuando tienes un sistema de explotación, habrá resistencia. Los trabajadores tratarán de formar sindicatos e ir a la huelga; los esclavos tratarán de escapar o matar a sus amos; la gente sometida al colonialismo se resistirá y formará levantamientos. La policía es una de las herramientas centrales que utiliza el Estado para gestionar y reprimir esos actos de resistencia.
Argumenta en su libro que en los últimos 40 años ha habido una expansión inmensa del alcance de la policía, a quien se le ha encomendado gestionar todo tipo de problemas sociales que no le corresponden ¿Por qué se ha producido este fenómeno?
En este periodo hemos visto que los políticos de ambos partidos en Estados Unidos han adoptado cada vez más una especie de política de austeridad neoliberal que alega que todo lo que el gobierno puede hacer frente a la globalización es subvencionar a los actores económicos que ya tienen más éxito con la esperanza de que sean tan competitivos que parte de su riqueza se filtre al resto de nosotros.
Esto no ha producido una amplia prosperidad, sino que ha generado una clase de multimillonarios y, por otro lado, ha generado una gran cantidad de personas sin techo, problemas generalizados de salud mental y de drogas… Más tarde, eso se ha convertido en un problema de delincuencia que hay que gestionar a través de la policía.
Después de tantas reformas, ¿por qué seguimos viendo asesinatos a manos de la policía en Estados Unidos?
La historia de la policía es una historia de reformas. Cada nuevo jefe de policía se cree un reformista, pero estas reformas no son más que intentos de legitimar un sistema cuya legitimidad está siempre bajo asalto porque es un sistema que facilita la explotación. Hoy reaccionamos contra lo que en generaciones previas eran reformas innovadoras, que a su vez eran reformas de generaciones anteriores. Esta idea de que reformar la policía es la solución es una mala comprensión de la historia.
La solución, según usted, sería entonces reducir el alcance de la actuación policial ¿Cree que la sociedad estadounidense está preparada para ese debate?
Sorprendentemente, parece que sí. Los acontecimientos del último año han forzado una conversación pública sobre esto y estamos viendo cambios muy concretos como resultado. Un número creciente de ciudades están aplicando exactamente el tipo de cosas que el movimiento ha estado pidiendo: como sacar a la policía de las escuelas y sustituirla por consejeros y servicios; sacar a la policía del negocio de la salud mental y crear equipos de respuesta dotados de personal clínico y no de agentes; hacer algo sustancial sobre la falta de vivienda en lugar de utilizar a la policía para disolver sus asentamientos.
Y en todo este proceso, ¿qué papel juega el retirar financiación a la policía, que ha sido una de las principales reivindicaciones?
La demanda de retirar financiación a la policía ha sido un lema para expresar esta idea de que no debemos centrarnos en la reforma de la policía, sino que debemos centrarnos en sacar recursos de la policía para invertirlos en la comunidad.
Ahora bien, cuando la gente oye por primera vez este término, puede resultar desorientador porque durante generaciones se nos ha dicho que la única herramienta que podemos tener para producir seguridad en las comunidades es la policía armada. Por muy problemática que sea la policía, tienen miedo de que se elimine la única herramienta. Cuando los activistas tienen la oportunidad de explicar a la gente con qué quieren sustituir la vigilancia policial. La gente tiende a apoyar la idea.
Pero algunos pueden argumentar que retirar financiación podría significar dejar a la policía desprotegida en una sociedad con muchas armas.
Si a la gente se le da a elegir entre nada y la policía, la mayoría, aunque no todos, elegirá la policía, pero este movimiento no discute eso. Lo que defiende es la creación de todo un conjunto de instituciones e infraestructuras alternativas que nos permitan abordar los problemas de violencia y privación de forma más eficaz a través de estrategias de prevención y de intervención en los centros comunitarios. Será más eficaz para producir seguridad pública y no tendrán todas las consecuencias colaterales que se asocian con el control policial.
Y si llegamos a ese punto, ¿de qué debería ocuparse la policía en ese tipo de sociedad?
Creo que es una respuesta desconocida. En mi opinión, se trata de un proceso de reducción del alcance de la policía y de su sustitución por alternativas. Mientras hacemos eso, vemos lo que va quedando y si podemos o no reemplazarlo. El principio rector aquí es que la policía es peligrosa por naturaleza y se debe utilizar como herramienta de último recurso. Así que deberíamos dar todos los pasos que podamos para tratar de encontrar estrategias no policiales a nuestros problemas, y si no podemos llegar a eso, que así sea.
Tal vez acabe pareciéndose a la forma en que se utilizan las unidades de respuesta armada en Inglaterra, que son un número muy reducido de agentes que responden a un número muy reducido de llamadas y con un nivel de supervisión muy alto. La gran mayoría de los policías en Inglaterra no están armados, pero estas pequeñas unidades, sí
¿Por qué cree que estos asesinatos que se dan en EEUU no ocurren tan a menudo en los países europeos?
Hay varios factores. Uno es que no hay tantas armas en circulación en Europa, pero también, históricamente Europa no ha tenido que gestionar los tipos de desigualdad y explotación que tiene Estados Unidos. El colonialismo y la esclavitud de Europa ocurrió en otro lugar. La tortura, el racismo y la violencia se exportaron, pero en Estados Unidos fueron proyectos domésticos. El exterminio de la población indígena y la esclavitud fueron proyectos domésticos y esa es, de hecho, una de las razones por las que tenemos tantas armas en EEUU.
Dos semanas después del asesinato de George Floyd, la ciudad de Minneapolis anunció que desmantelaría el departamento de policía para crear todo un sistema de seguridad pública diferente. ¿Cuál es el resultado un año después?
Todavía está en proceso. Hay una serie de obstáculos legales y burocráticos que hay que superar. Va a haber algunas medidas sujetas a votación este año para que los electores aprueben los cambios que permitirían que el plan siga adelante.
Hay un apoyo bastante amplio hacia estas iniciativas, por lo que considero que seguiremos viendo cómo avanza el plan, aunque llevará tiempo y eso está bien. Tiene que pasar tiempo para construir el apoyo de la comunidad y también para que empecemos a crear alternativas. Así, por ejemplo, Minneapolis ha destinado millones de dólares a iniciativas de la comunidad contra la violencia que ya están mostrando su éxito y van a reducir la necesidad de utilizar la policía.
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