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Ah Puch está aquí

Por Anika entre libros  ·  10.09.2012

William S. Burroughs ha pasado a la historia de la literatura gracias a su facilidad para escribir textos experimentales y ser uno de los principales exponentes de la Generación Beat. Junto a otros autores (Jack Kerouac, Neal Cassady, Allen Ginsgerg, etc.), en los Estados Unidos de los años 50 se creó una corriente literaria caracterizada por escapar de los valores tradicionales americanos, dejarse influir por los estados artificiales a los que les transportaba el consumo de drogas, creer en la libertad sexual del ser humano y dejarse influenciar por las religiones de otras culturas.

Los libros más conocidos de Burroughs  son “Yonqui”, “Marica” o “El almuerzo desnudo”. Capitán Swing ha traído ahora al español “Ah Puch está aquí”, y es una rareza que los amantes de la Generación Beat acogerán con mucho placer. Por un lado, no se trata de un texto convencional, sino que son tres relatos independientes concebidos para publicarse en un formato a medias entre la novela gráfica y el cómic. Para ello, Burroughs contaba con la participación de Malcolm McNeill, que se encargaría de las ilustraciones. Sin embargo, ninguna editorial quiso apostar por una obra tan novedosa para su época.

El primero de los relatos, “Ah Puch está aquí” (“Ah Pook is here”) llegó a ser publicado en 1969 por la revista Cyclops, la primera revista de cómic underground británica. Incluía los dibujos originales de Malcolm McNeill y aún conservaba su título original, “The Unspeakable Mr. Hart”. Pero la tira sólo duró cuatro números. Este texto está inspirado en los códices mayas y en él ya encontramos la prosa surrealista y retorcida que caracteriza también a los otros textos, llenos de giros inesperados y sentencias oníricas y muy visuales.

En “La revolución electrónica” (“Electronic revolution”), Burroughs  fantasea con la posibilidad de conseguir una forma de manipular el lenguaje para conseguir efectos inmediatos en la población que reciba los mensajes. Los medios son tratados como difusores de ideas-virus creados para la acción (o la inacción), y el método del cut-up, característico de su literatura, trasladado a las grabaciones magnéticas y a las emisiones por radio y televisión. Es casi imposible leerlo sin establecer una relación directa con “Watchmen”: un dato curioso es que la forma en que Burroughs enfocaba en estos textos la manipulación y el control de las masas a través de la imagen y los medios de comunicación influyeron de forma decisiva en la obra de Alan Moore, quien intentó llevar a cabo en “Watchmen” estas mismas ideas. Según Alan Moore, Burroughs podría haber hecho auténticas virguerías si se hubiese centrado en el cómic como medio para llevar a cabo toda su obra literaria.

Este libro es una apuesta fuerte en el mercado editorial y debemos agradecer a Capitán Swing la edición, que aparece al margen de las publicaciones súper ventas veraniegas.

Mar López