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La mirada sobre Brasil de Stefan Zweig

Por Solidaridad digital  ·  17.04.2012

Hay pocos escritores tan pulcros a la hora de escribir como Stefan Zweig. A sus conocidas novelas (Austria, 1881, Brasil, 1942), como ‘Amok’, ‘Los ojos del hermano eterno’, ‘La impaciencia del corazón’ o ‘Carta de una desconocida’, se añaden a su obras interesantes obras de teatro (‘Jeremías’), poemas (‘Cuerdas de plata’) e impagables biografías (‘María Estuardo’, Paul Verlaine’, ‘Montaigne’…)

Lo que nos propone la editorial Capitán Swing es adentrarnos en la faceta de observador forastero. Por ello rescata uno de los últimos trabajos del austriaco, ‘Brasil, país de futuro’, un ensayo sobre una tierra que conocía bien.

Zweig no soportó la decadencia de Europa, de la Europa que él había conocido y retratado en sus memorias, ‘Memorias de ayer’. Por eso se instaló en Brasil, territorio que, si bien servía de guarida a los nazis que trataban de burlar la justicia tras la II Guerra Mundial, representaba la última esperanza para un humanista que sentía que la cultura ya no defendía de la barbarie. Brasil representa el paraíso para Zweig.

En este ensayo no esquiva ningún asunto, aborda la colonización, la cultura propia, los problemas a los que se enfrenta, las enfermedades que lo amenazan –lepra, paludismo-, traza la peculiaridad de los brasileños, su buena disposición y ánimo… le fascinan las callejuelas de Río de Janeiro, le sorprende la profusión de minas de oro, el intenso y delicioso aroma del café, los cafetales en su esplendor… También el clima, y sus modos de vida un tanto ajena al devenir del tiempo, un tanto al margen de los relojes…

Zweig conduce al lector, por poco interesado que esté en la literatura de viajes (y este texto no se encuadra en ella, pero algo tiene del género, acaso la fascinación contagiosa), en un Brasil que no puede por menos que apreciar, porque la prosa del austriaco es rítmica, pero sin alharacas, contundente, pero respetuosa a la vacilación, precisa, pero presta a ser completada por quien lee.

Además, esta edición –conviene recordar que el libro estuvo agotado durante cuarenta años- se remata por una interesante introducción del editor Volker Michels, que nos revela los entresijos de una devoción que queda diluida sólo cuando el lector recala en el presente y concluye que las expectativas de Zweig no se han cumplido por cuanto Brasil sigue siendo un país en espera de ejercer un auténtico liderazgo.

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