10º Aniversario
¡El capitán cumple diez años!
descúbrelo

Muertos vivientes

Por La Opinión de Murcia  ·  14.05.2016

¿Qué ha sido del liberalismo en sentido estricto y de aquellos que lo aplicaron en todos los órdenes de la vida? ¿Es cierto que ha desaparecido esa clase liberal que defendía los derechos civiles y contrarrestaba el avance de los fanatismos? Chris Hedges intenta certificar su muerte, pero aún hay esperanza

POR PRINCIPIO ABOMINO DE LO CATEGÓRICO, pues creo que cualquier idea es discutible. Por eso experimento una sensación contradictoria cuando me enfrento a textos como este de Chris Hedges, La muerte de la clase liberal, cuyo título asertivo me repele y a la vez ejerce un raro poder de atracción que me lleva a superar aquella barrera y sumergirme en su lectura con una intención crítica aunque anhelante,pues es mi deseo inconfesable acabar convencido de la certeza de las conclusiones a las que llega el autor tras un análisis que presumo riguroso y honesto.

Las credenciales del autor no pueden ser más esperanzadoras, pues su labor periodística le ha procurado tantas experiencias como reconocimientos al buen trabajo realizado. Corresponsal de guerra en las regiones más conflictivas del planeta, defensor de los derechos humanos y profesor en varias universidades, Hedges se ha caracterizado por sus aceradas críticas hacia la mutación contemporánea del sistema capitalista, lo que ha plasmado en un buen número de obras que se han colocado como superventas en Estados Unidos. Una voz autorizada de las
posiciones más inconformistas del debate político y social en la actualidad, y un divulgador de primer orden capaz de modelar la información más compleja para que llegue al mayor número de lectores posible.

La muerte de la clase liberal tiene un tono elegíaco y ala vez reivindicativo, como si aún subsistiera un ápice de esperanza bajo las capas de desprecio que han echado sobre los trabajadores (y ahí incluyo a las clases medias)los nuevos amos del mundo. Sin alcanzar el tono amargo y casi beligerante de Morris Berman en sus lúcidos y tremebundos ensayos sobre las tenebrosas realidades que se ocultan tras el esplendoroso mito de los Estados Unidos como tierra de oportunidades,Hedges arremete sin piedad contra esa clase liberal que ha hecho dejación de sus funciones como contrapeso del fanatismo.

Aunque centrado en un contexto estadounidense, el autor nacido en Sidney logra ecumenizar sus análisis de forma que sus reflexiones pueden reconocerse en cualquier latitud, pues de loque trata es la crónica de una rendición, de un sometimiento o incluso asimilación consentida por parte de aquel liberalismo que hoy ha perdido incluso su significado original.

El poder del dinero ha impuesto su imperio sobre quienes estaban llamados a conservar el legado de la razón y con él a defender los derechos de los desposeídos. Esa clase, deslumbrada o represaliada, desaparece en favor de exegetas de las ideologías que derivan hacia posiciones más alejadas de la realidad, protegiéndose tras las legislaciones que imponen unos regímenes políticos que ha sabido pervertir la democracia hasta convertir a las masas en aquellos idiotas a quienes tanto despreciaba Pericles.

Ahora bien, si el lector encontrará en este ensayo un trabajo claro y perspicaz, bien documentado y comprometido, es cierto que se presta a la controversia, pues adolece en ocasiones de una visión unívoca de una realidad que, por otra parte, no admite duda. Pero en esa perspectiva radica uno de los grandes valores de este ensayo absorbente,pues permite al lector reflexionar sobre sus propuestas y forjarse un criterio sobre esa realidad que presenta.

¿Ha muerto la clase liberal? Personalmente creo que no. Es cierto, y Hedges lo expone con toda la claridad posible, que en un contexto de crisis se impone el miedo, y eso conduce al retraimiento de las sociedades en busca de una protección que sólo los poderosos, y sus representantes políticos, pueden ofrecer. Esa cautela lleva a distorsionar las perspectivas de la realidad, creyendo que quienes siempre han defendido los intereses del colectivo hubiesen desaparecido, dejando el terreno expedito a fanáticos o utópicos bienintencionados.

Pero no es así,pues sigue existiendo una voluntad manifiesta de devolver el concepto de lo liberal a sus legítimos dueños. Quizás con otro lenguaje u otra estética, aunque la esencia sigue viva y dispuesta a fajarse con quienes aspiran a someter la libertad con conceptos espurios. Hedges logra así el propósito de cualquier buen ensayo:hacer pensar al lector y, si acaso, impulsarle a reaccionar.

Autor del artículo: Antonio J. Ubero

Ver artículo original