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Los 10 mejores libros de no ficción de 2016

Por PlayGround  ·  13.12.2016

Este año hemos leído mucho, y estos han sido nuestros 10 ensayos, memorias, crónicas o diarios preferidos

1. Fairyland, Alysia Abbott (Península)

«Fairyland es el primer libro de Alysia Abbott y su planteamiento se parece más al de una set-comedy que al de un libro de memorias: un padre soltero, homesexual y poeta cría a su hija en el barrio liberal de Haight-Ashbury en el San Francisco de los años 70. Sin embargo, Fairyland parte de una premisa mucho más seria. De alguna manera, Alysia Abbott pretende contarse a sí misma la historia de su padre, Steve Abbott, quien fue un conocido escritor y editor de la costa oeste, y a través de ella conocerse y comprender qué momentos construyeron su propia identidad.» (Xaime Martínez)

2. Las novias de la yihad, Ángela Rodicio (Espasa)

«Las novias de la yihad, un ensayo ganador del Premio Espasa 2016, firmado por la periodista Ángela Rodicio. Con este volumen que recopila testimonios, entrevistas y retratos profundos de lo que ha significado EI en los últimos años, Rodicio consigue explicar un fenómeno que no es sólo político y bélico, sino también profundamente machista.» (Luna Miguel)

3. Apuntes sobre el suicidio, Simon Critchley (Alpha Decay)

«Querida Betty: Te odio. Con todo mi amor, George. Esta es una de las notas de suicidio que el filósofo Simon Critchley adjunta en su recién publicado y brillante ensayo Apuntes sobre el suicidio (Alpha Decay, 2016). Adentrarnos en el tema es un viaje a lo desconocido, entre el blanco cegador y el vacío más negro.» (Ignacio Pato)


4. Roth desencadenado, Claudia Roth Pierpont (Literatura Random House)

«Hasta alcanzar la luz, Roth deambuló durante largos años dentro de su propia cabeza, que entonces era algo así como una cueva lúgubre y húmeda donde solo se oía el siniestro aleteo de cientos de murciélagos rabiosos y paranoicos. Por supuesto, siempre estaba el miedo de no salir nunca de ahí. Sin embargo, salió.» (Antonio J. Rodríguez)


5. Todo está en tu cabeza, Suzanne O’Sullivan (Ariel)

«En la mitología griega, Casandra, la hija de Hécuba y Príamo, reyes de Troya, tenía un poder muy curioso: ella era capaz de predecir el futuro, de adelantarse a los hechos, de conocer la verdad antes que nadie. Eso que para muchos podría suponer una bendición, para ella era más bien una maldición . A Casandra, a pesar de sus acertadas predicciones, nadie la creía, y por mucho que se esforzara en demostrarlas, todos la tomaban por loca. Para la neuróloga británica Suzanne O’Sullivan, el mito de Casandra se parece mucho a los problemas a los que se tienen que enfrentar las personas que sufren trastornos psicosomáticos. Como ella señala: su sufrimiento es real, pero tienen la sensación de que nunca les creen.» (Luna Miguel)

6. Pimp. Memorias de un chulo, Iceberg Slim (Capitán Swing)

«Si eres negro y estás obligado a ser un delincuente, no me robes a mí. Vete allí. Roba a los blancos ricos, dijo. Iceberg Slim no elude, nombra. Y donde allí es la jungla, él es el hombre que estuvo allí. Para el escritor Irvine Welsh, Slim está entre la conciencia del barrio y una máquina de hacer dinero. Entre Muhammad Ali y Michael Jordan. Richard Pryor, David Chappelle o Eddie Murphy le deben bastante.» (Ignacio Pato)

7. Diarios completos, Sylvia Plath (Alba)

«Querido diario, la primera noche con el diario de Sylvia Plath en mis manos ha sido rara. Al entrar en su intimidad me he sentido como una intrusa. Estoy decepcionada. Pensaba que iba a encontrar otra cosa, pero he visto lo que sospechaba: una sinceridad abrumadora. Me arrepiento de tener este libro en casa, y al mismo tiempo quiero leer más. Me gustaría que nadie lo hubiera publicado, y al mismo tiempo deseo que todo el mundo lo lea para entender un poco más qué significó el paso de Plath por este mundo.» (Luna Miguel)

8. 10 Ingobernables: Historias de transgresión y rebeldía, June Fernández (Libros del KO)

«Los medios no dedican 4 columnas a hablar de un grupo de mujeres en una aldea de Ourense que todos los fines de semana practican un juego tradicional en peligro de extinción. No cuentan la historia de la mujer indígena de 63 años que aguantó los palos de su marido durante más de 30 años y que ahora lucha por los derechos de las mujeres. Ni hablan de la transexual nicaragüense que se refugia otra vez en la masculinidad para no sufrir acoso. Ni del que sale del armario a los 40 años. Y, por supuesto, tampoco de la mujer intersexual salvadoreña que ha tenido que exiliarse a Estados Unidos porque, el simple hecho de no adaptarse a la norma, la puede matar. Sin embargo, estas historias son las protagonistas del libro 10 Ingobernables: Historias de transgresión y rebeldía (Libros del K.O), escrito por la periodista y fundadora de Pikara Magazine, June Fernández.» (Silvia Laboreo)

9. El chico a quien criaron como perro, Bruce Perry y Maia Szalavitz (Capitán Swing)

«Este cuaderno de atrocidades, con el que no habrá capítulo donde el lector no se sienta zarandeado, es en realidad una crónica de la inocencia interrumpida; un estudio del cerebro infantil y de cómo ciertas situaciones creadas por los adultos que rodean al niño, pueden convertir a este en una máquina sin sentimientos, en un obseso sexual, en una víctima de la anorexia, en un desconfiado o en una mente irreparable.» (Luna Miguel)

10. Historia de los libros perdidos, Giorgio Van Staten (Pasado y presente)

«¿Qué harías si la novela que tienes entre las manos fuera a desaparecer para siempre y fueras tú la única persona que pudiera salvarla? ¿La esconderías?, ¿la fotocopiarías? Giorgio Van Straten, novelista y ensayista italiano, autor de Historia de los libros perdidos estuvo a un palmo de escoger la segunda opción y salvar del vacío el manuscrito de la novela Il Viale, del escritor Romano Bilenchi. Sin embargo, no lo consiguió. Fue tras ese fracaso cuando decidió seguir las huellas de ocho libros perdidos y contar sus historias como si fuesen aventuras (o desventuras, según se mire). En estos misterios de la literatura, Van Straten recorre los caminos que habían conducido a su desaparición y se consuela, al menos, por aquellas páginas que sí pudo sobrevivir.» (Andrea Bescós)

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