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El problema de los super-millonarios

Por Fundación 1º de Mayo  ·  01.04.2015

Digamos de entrada que el problema de los super-millonarios es un libro altamente recomendable en los tiempos que estamos viviendo. Su lectura ayuda a comprender, más si cabe, las políticas llevadas a cabo en los últimos siete años y las consecuencias que su aplicación están provocando en nuestra sociedad. Cuando después de décadas se había conseguido reducir la desigualdad con una mayor redistribución de la riqueza y la educación, las viejas conquistas están desapareciendo, especialmente en nuestro país, según los datos e informes realizados por diversos organismos de probada solvencia.
McQuaig y Brooks a partir de los casos de EE.UU. y Gran Bretaña, analizan los devastadores resultados que para el conjunto de la sociedad han tenido las políticas neoliberales implementadas a partir de la década de los años ochenta del siglo pasado. Políticas que han provocado una enorme brecha social sin precedentes, entre las personas con más renta y las que tienen menos. Hecho significativo si atendemos, como bien señalan, a que se venía de una época -1940-1980- en la que las desigualdades se habían reducido, provocando sociedades más igualitarias, prósperas y de gran bienestar social.
Los autores presentan un mundo catastrófico como resultado de una serie de iniciativas de causa-efecto que han ocasionado el enriquecimiento desmedido de unos pocos, en detrimento del conjunto de las sociedades del mundo occidental. Afirman que el hecho de ser muy rico provoca la concentración del poder político en sus manos; es decir genera plutocracia. Esto supone una amenaza para el sistema político democrático y en última instancia la destrucción de la vida humana, ya que los lobbies de empresas de combustibles fósiles, en defensa de sus intereses económicos, están propiciando el cambio climático desoyendo todos los informes científicos sobre las desoladoras consecuencias que tiene el calentamiento para la vida
del planeta. Demuestran asimismo que el reparto equitativo de la renta es posible como bien hicieron, tras la Segunda Guerra Mundial Estados Unidos y Gran Bretaña con el establecimiento del New Deal, la creación del estado del bienestar británico de Beveridge y su sistema de seguridad social, así como la puesta en marcha de las políticas económicas inspiradas en las teorías de Keynes. En ambos países la mayor prosperidad económica tuvo lugar cuando las sociedades fueron más igualitarias. Es decir, cuando los más desfavorecidos contaban con la protección del estado y éste garantizaba unos servicios mínimos para todos haciendo que la economía se moviese, creara bienes y empleo y, por lo tanto, hubiese consumo y emprendimiento.
Por otra parte, en el libro se señala que la desigualdad no es vista como una amenaza, ni se le otorga la importancia que se concede a la pobreza.

Sin embargo, la desigualdad crea sociedades paralizadas, temerosas y mudas, incapaces de reaccionar por el miedo a perder lo poco que poseen. Los datos que se nos ofrecen demuestran que los países con sociedades más igualitarias y con mayor bienestar social, son aquellos que presentan los más sólidos sistemas democráticos y cuentan con un sistema fiscal vigoroso que garantiza los
servicios a todos sus ciudadanos. Países con una fuerte clase media valoran más la educación, tienen mejores sistemas de gobernanza, con un mayor compromiso político y las administraciones funcionan mejor. Hoy los países nórdicos son los que más se ajustan a este modelo, al conservar niveles altos de protección social, un sistema fiscal elevado y sociedades más igualitarias. Con ello se destierra la idea de los partidos conservadores que afirman que los programas sociales financiados con los impuestos resultan ineficaces y de alto
coste. Se critica asimismo en el libro el enriquecimiento desmedido por puro egoísmo sin que revierta en la sociedad, que es la que con su sacrificio ha generado las inmensas fortunas. Por eso se
cuestiona la idea, muchas veces esgrimida por los ricos, de la meritocracia como base del enriquecimiento. Y ello porque las más de las veces procede de la pura especulación y no del talento. Son también los cambios legales y políticos que recortan los derechos laborales y sociales, así como la legislación favorable a las empresas y a las finanzas los que dan lugar a la fortuna de unos pocos.
No porque la hayan creado, sino porque se la han arrebatado al resto de la sociedad. En este punto, McQuaig y Brooks ponen como ejemplo el cambio en la regulación bancaria de la década de los años setenta y ochenta que dio lugar a la posterior crisis financiera de 2008. En efecto, pues con las nuevas reglas de juego cuando las inversiones temerarias resultaron exitosas los bancos se quedaron con los beneficios. Sin embargo, cuando salieron mal, las pérdidas fueron asumidas por los contribuyentes, con la intervención del Estado. Esta intervención estatal que ha castigado a la sociedad en su conjunto, ha de ser reparadora, según nuestros autores, mediante una redistribución de los nuevos beneficios. Esto significa un sistema tributario más progresivo, con subidas de impuestos a los más ricos. Porque, según creen firmemente, una mejor redistribución de la riqueza entre la sociedad hace que ésta tenga
un mayor control sobre los procesos democráticos. De tal modo que facilita la promulgación de leyes favorables a los trabajadores que, por añadidura, reducen las desigualdades.
Aunque El problema de los super-millonarios presenta un panorama algo sombrío, también ofrece posibles vías para salir de la crisis en la que permanecen las sociedades occidentales. Entre tanto, se ha producido la victoria de Syriza en Grecia, las políticas de gasto público de Obama, así como las primeras voces clamando en Europa soluciones distintas a la estricta austeridad. En España la izquierda se encuentra en un proceso de reconfiguración. ¿Quiere esto decir que algo en la sociedad occidental en general y en la espa- ñola en particular empieza a cambiar? ¿Se confirma una mayor participación y exigencia por parte de la sociedad hasta el punto de querer tomar las riendas de su destino, sin plegarse a los intereses de unos pocos?

Autora del artículo: Susana Alba.