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Capitán (General) Swing del Ensayo

Por Diego Moya  ·  22.11.2012

A fecha de hoy, 22 de noviembre de 2012, casi a las puertas del 2013, si los Mayas nos dejan pasar página, uno empieza ya a hacer balance de lo leído durante el año con el propósito, claro está, de ir elaborando las tan esperadas listas de… (por ejemplo: mejores libros de ensayo 2012). Más o menos ya se tiene claro lo que gustó y lo que no, lo que cabe destacar y lo que mejor será dejar en el olvido de la segunda fila de la estantería. Quizá pequeñas dudas pendientes de revisión o una segunda lectura rápida diagonal puedan suscitar modificaciones de última hora. ¿Quién sabe?

¿Y a qué viene todo este rollo? Muy sencillo.

A nivel antropológico existen clases, estatus, grupos, tribus… marcadores sociales que justifican la diferencia entre unos y otros, entre tú y yo, entre éste y aquél. Desde los primeros pobladores y el origen de los tiempos esta imposición es una suerte de arquetipo que nos sirve para configurarnos y (marginarnos) dentro del orden y el desorden sociológico que involuntariamente nos domina y estigmatiza.

Y ahí voy: al orden y al desorden, a la necesidad de comprender una época postmodernizada y abominable donde conviven los elementos de información y clasificación que todos creemos saber pero que muchos olvidan y otros manipulan.

¡Soldados! ¡A formar! Y en este escenario, donde los soldados son la metáfora de todos nosotros (pasado y presente, clase y estatus, expresión y engranaje) aparece el Capitán, sí, el Capitán Swing, con paso firme, mirada altiva y enérgico discurso. Los reclutas observan, callados, mientras el jefe revisa y edita a su tropa.

Si durante el 2012 una editorial ha sabido conjugar y (conjurar) los elementos necesarios para ayudarnos a comprender qué ocurre en esta inusual y permanente química social donde el ser humano se ha (psico)hipotecado y (cosmo)configurado como un individuo anárquico y alquímico, esa es, sin duda, Capitán Swing, a.k.a (por lo menos en este blog, y en esta casa) Capitán General Swing del Ensayo.

Los motivos están muy claros: variedad, decisión, compromiso, juicio, valor, ética, política, coraje… pero todo ello, siempre, con una segunda lectura y un fiel e implícito propósito: el ímpetu de reflejar qué somos, pero sin olvidar lo que fuimos, como clases, sin duda, pero también como individuos en todas sus expresiones y conductas posibles. Esa es, creo, la acertada alquimia literaria del Capitán, la capacidad de verse reflejado en los diáfanos espejos del dominante capital y recabar, ensayísticamente hablando, los mejores textos que todo lector exigente pueda soñar (y necesitar) con el objetivo de afrontar un momento que necesita la justificación de una historia que muchos prefieren olvidar, y otros como el Capitán recordar y mostrar.

Cuando el caos es un supuesto y a la vez un presupuesto el ser humano necesita (antropológicamente hablando) respuestas, referentes, supuestos, argumentos, teorías… elementos imprescindibles para reordenar su propia estructura vapuleada y acorralada en esa aporía (Varoufakis, dixit) que nos acechó cuando nos creíamos inmunes a todo, pero encarcelados por todos.

Una receta que nace de la mejor estrategia plausible: la necesidad inalienable de hacer que cada publicación sirva para medirnos como orgullosos soldados y placenteros lectores, ávidos de algo que marque la diferencia entre la posibilidad y la inevitabilidad de lo que somos: clase consciente con la capacidad de elegir y discernir entre lo posible y lo imposible, lo fáctico y lo estético, lo humano y lo social, lo mundano y lo privado.

En los cuarteles del Capitán no existe el menor prejuicio, todo lo contrario: conviven la transparencia y la comunicación cultural como una configuración de elementos reprobatorios y analíticos de un mundo que necesita de su pasado para sobrevivir y de su presente para renacer. Su compromiso social con el lector, su genuina idiosincrasia son un ejemplo de ejercicio extático que desemboca en una catársis literaria y evolutiva en aras de acoplar la política con la sociedad, lo global con lo antiglobal, lo económico con lo precario, y cómo no, la voluntad con la cultura, sin dejar atrás conceptos académicos y rigurosos que engalanan cada publicación como un nuevo mundo de estudio y comprensión. Capitán Swing enseña. Abrir cada uno de sus libros es abrir la mente hacia esa premisa antropológica y cultural que necesitamos para seguir avanzando en nuestras íntimas y gregarias parcelas del conocimiento.

Recuperar es editar. Recordar es acertar. Rescatar es analizar. Todo ello y mucho más es: Capitán Swing.

Desde los orígenes más sagrados de la concepción y formación de la clase obrera anglosajona en la biblia de E.P. Thompson; pasando por La Jungla (Sinclariana) de mataderos norteamericanos donde el animal se convierte en una cadena despiadada de producción; desembocando en los Chavs para que el afilado y genial Owen Jones nos de las claves de la demonización de un sector social británico aniquilado por la soberbia de sus dirigentes; alucinando en cualquier momento del día con los ácidos y mordaces relatos de Terry Southern con las mejores sustancias en las mejores y más variopintas familias; viajando hasta Rusia de la mano de Steinbeck y el ojo de Capa; convirtiéndonos en los mejores y prodigiosos dandys literarios tan necesarios y olvidados en la literatura, a la vez que una vuelta de tuerca nos desplaza hasta los convulsos años 60 norteamericanos; para después, darnos de bruces con el nuevo Minotauro global (Amén, Yanis Varoufakis) con el propósito de desmontar los manidos argumentos que los conspiradores han usado para justificar la crisis financiera; sin dejar atrás el ejercicio/arte urbano del grafiti como instrumento visual, de protesta y comunicación (Getting Up), Capitán Swing fluye para hacernos ver, entre otras muchas cosas, que la verdad y el argumento, la historia y la conciencia pueden depurar aún más el escenario social, porque las certezas, si se olvidan y no se repasan, se convierten en un mortal verdugo a cara descubierta (oximorón).

Pero no se preocupen, que el estratega del Capitán siempre estará para hacernos ver lo que otros no quisieron (o no pudieron). Quien quiera que se conceda el beneficio de la duda. Aquí por lo menos, y hasta la fecha, nos hemos concedido el orgasmo de la lectura de un material poderoso y apabullante. Y no hay mayor verdad que ésta. Dudar, creo, es de cobardes. Publicar como lo hace y lo que hace el Capitán, y en consecuencia, leerlo, es de valientes. Valientes soldados, guerreros sociales. Feedback multiorgásmico literario.

A sus ordenes, mi Capitán.

Capitán Swing Libros es el mejor referente geopolítico literario actual para entender este inusual estado social que nos ha tocado vivir en suerte (o desgracia). Duda (meta)sociológica —lo de la suerte o la desgracia—, claro.

Capitán Swing es un estado emergente de literatura/compromiso que indexa y computa un hábitat plagado de referentes necesarios para invalidar, ya de una vez por todas, las carpetovetónicas falacias y compulsar una episteme estructural cuya base reside en la objetividad comprometida con los sectores y estamentos más afectados, dando sentido y respuesta a los interrogantes más comunes entre todos los mortales.

Nota: Tendré que confeccionar una sola lista para el Capitán Swing con los mejores ensayos de 2012. Soberbios títulos hay, para ello. Doy fe. Creo que ha quedado claro.

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